las provincias del alma
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la identidad de un heráclito
 
 

1

El poeta trae alaridos, hermetismos de manicomios donde se resucita el tiempo y la letanía de una cruz. El espejo, simiente del ojo. Huelo la dispersión de lo imaginado.

Se engendran, se comunican sin romper ese mito, ese único verbo avanza, se hace dueño de la visión de un laberinto y de la identidad de un Heráclito. El poeta ilumina su Fausto, su ser, su autenticidad. La posibilidad o la esperanza se cultiva entre las líneas de sus manos. Instala en el cielo otro cielo, en el muro la independencia de su destino. El inconsciente alimenta el inconsciente.

2

El poeta como una tímida hebra se lanza contra el mundo. Es perseguido. he tocado su mutación como se toca un mar. Es la abstracción de una parábola. Todas las pa bras se ahogan en su centro laten.

El poeta es sólo una conciencia del ocaso.
Todo: pensamientos de puentes.
¿Habrá después del vacío otro camino? 
 
 
 
 
 

el silencio aéreo
 
 

El hilo del árbol rondando
y la duda de una mano en el agua.
Mirar pasar las velas de las barcas
las copas, mástiles de un dios.
 

La penumbra inaugura la ausencia de su luz.
Muere el silencio en mi pecho.
 

La existencia como náufrago anda en la punta de los dedos.
 

Caen alas hacia adentro.
Hay un camino que nunca se busca en el espejo.
Como sombras van estas olas paridoras de todo. 
 
 
 
 

el tunel de la estela
o el vacío
 

1
Como caleidoscopio es la poesía. Todo cuerpo, sed interna de Edipo. La fugacidad viaja por el establo del vacío. Soy la médula de su voz y la amnesia de sus hitos. Hago brotar la tiniebla contra la piedra, contra la orla del tiempo. La poesía, musgos que salen del alma como una interminable antorcha. En ella pastan todos los en bres, todos los truenos que se someten a sus límites. La poesía, fantasma que deja trozos de cielo en el poema.
2
La intimidad, ola que llega hasta mi copa. La poesía, estancia del vuelo de un imán en el espacio. Crece la amapola del signo. Soy vértebra que devora el nudo del caos. Mañana despertaré con un nadir entre las manos. Echo a volar con las inscripciones de un laberinto. Suena la inocencia.
3
La poesía, bosque de palabras que custodia una flauta. Teje su propio umbral, sabe ir hacia los arqueros, hacia los árboles, hacia los mares. La poesía hace surcos en el corazón del hombre. A veces no com do su ciudad de ausencia. He llenado mis laderas con la navegación de la vendimia, esta estación que ancla en las grietas, en la demencia del péndulo, en la savia de los ataúdes, único puente hacia la orfandad del espejo. La poesía me entrega las llaves pero pone puertas y una hojarasca que siempre invade. Hay recuerdos que caen en la jaula de la ad dad con un batir de remos. 
 
 
 

balnearios
 

La balanza cree en su templo aunque esté desplomada de promesas. Sólo el azar de sus llamas hace de los signos puertas que son atlas hacia la sabiduría. La paciencia se desliza como archipiélago que devora el tiempo.

¿Qué alas hay para otro vuelo, para otra marea? Las alas quieren alejarse de la finitud del hombre. Escucho como caen los hombres en estos balnearios dende la ola es una hebra más del muro.
 
 
 
 
 
 

La visión del vuelo no es la visión de la ola. En el agua se destilan las discordias de los instantes. Ya no giran los anillos aumentan sus estelas. La confusión es alimentada por otro vuelo.

Bajo la esfera hay una selva que sólo tiene un árbol.

La realidad envejece porque muestra la travesía. El puente es asediado por cuervos que no quieren tocar en las puertas. Los dioses se llenan de vacío cuando se desangra la nube.

Las sombras tiemblan en el puente. La niebla vendrá a degollar a los hombres. ¿Quién trae estas vísceras? Un sólo cielo circula por mi sangre, un sólo muro no podrá con los pájaros del anillo. las provincias del alma
 
 
 
 
 
 

circuncisión
 
 
 

Los puentes inquietantes escapan al enigma. Toda pa la trae una iluminación. De niebla están hechas mis cicatrices. Desde el centro se confunden las flechas que no soportan los engendros del anillo. Se miran los oasis con los bosques, las olas con los muros, el árbol con la parábola.

La circuncisión dibuja su travesía entre anillos que laten.

Hubo caos y remos en un espejo. En todas las manos se marcan los caminos del cielo.
 
 
 
 
 
 
 

gerald de nerval
A Rolando Sánchez Mejías
 
 

1

En el punto negro Nerval se enfrenta al suicidio. Duelen las visiones. El tiempo es el ojo enfebrecido. Bajo la blasfemia de los instantes siento sonar los corchetes de los abrevaderos, hundidos en los vestigios de una exis cia por aullar.
Mares incestuosos que no han partido esperan por los cuerpos anudados de las iluminaciones.
¡TODO HA MUERTO!
Ha muerto el tiempo pasado.
Ha muerto el tiempo presente.
Ha muerto el tiempo futuro.
Los dioses se abren a una nueva crux;
y el cielo gotea.
Sólo a través del suicidio el tiempo se conquista.

2

Suena lo que existe. Las palabras son islasque arden y se desgastan junto a la calma.

La nada reciba con su zumbido de motor. La vida ha puesto sus huevos, la desgracia ha sido mi dios.

Vivimos como forasteros y tal vez la perseverancia de cruzar los brazos sea nuestra última sabiduría. Los cán ros están llenos de odio. La promiscuidad se cultiva en el país.
Odio mi casa que se marchita como la cruz cuando olvida su muerto.

Y las aves picotean.

El punto negro es el ojo deltiempo. He atravesado mares y espejos, grandes pulsaciones sin encontrar aquella palabra que no alcanzo a pronunciar pues no poseo el poder de lo muerto.
El tiempo es un Heráclito latiendo.

4

La muerte, inconstante buhardilla que nos convierte en ausentes.
Hay noches de suicidios, muchas noches que regresan tras el punto negro. Como luces oscuras y deformes se nos ha ido la inocencia.
¿A qué iluminaciones nos someterán?
Dónde están los nuevos dioses por adorar.
El silencio hace su césped.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

de almelio calderón
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provincias 1 - 3
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a 16 enero 01
 

 


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