1. Estoy borracha.
no debería y debería pedirle disculpas a alguien
por haber prometido, y prometido,
jamás, jamás de los jamases nunca,
volveré,
pero ya ves,
las palabras se la lleva algo más que el viento
y no puedo mentir, ni inventar que hoy podría
ser viernes, o un finde cualquiera
en que pueda permitirme, pensar
en algo que no sea más
que rutina, bucólica, placentera
entre peces y bolas que no existen.
Mentirte y jactarme de mi buen humor,
de mi sinrazón, o veteasaberqué.
Estoy borracha.
2.
Nunca divisé
nada más fortuito
que la soledad.
El ermitaño que todo lo mueve
que nada recibe
que nadadá.
Pero eso se gana con miedo
luego costumbre
luego lealtad.
Allí llegarán los hedonistas,
los misóginos, los andróginos,
los autosuficientes, autocomplacientes...
Los que se cazan a sí mismos.
En mi sueño, fracaso.
No consigo amarme,
hasta que la muerte me separe.
No voy a odiarme,
así que te puedes retirar.
De ahí, mi nombre
de tí, mi limbo.
Un interminable buscar,
en dónde vos no estás.
3.
Perdona, Loriga,
pero lo peor de todo ha sido leer,
lo peor de todo,
cuando lo peor de todo
lo he vivido yo
y ahora tienes registrado
el peor título,
cabrón.
4.
No, vos no eras el lobo
que yo andaba buscando.
(Aunque lo creí)
Te mostré cicatrices,
y te quedaste en la desnudez
Intenté hablarte desde el sitio
en el que soy más muda,
y fuiste un Picasso,
en vez de un Dalí.
No eras el lobo,
de aquél viejo relato,
que tu nombre dio vida,
aunque no lo entiendas.
No diste vueltas, balbuceante,
en torno a mí,
dormida.
Tú,
solo atacaste.
Y te llevaste los pedazos.
5.
Necesito, irremediablemente
salvarme de la taradez de todos, ajena,
y sambulllimre, en la mía propia.
Sin que los incendios ni los altares
me importen
un comino,
ni el lenguaje ni la lengua que pueda
perturbarme o sacarme
del reino o del pozo
que vengo o que voy
con las neuronas atrofiadas
sin que un signo
signifique algo más de lo que
su significado le atribuye.
Punto.
El flash momentáneo de
tu no mirada,
que se escapa cuando bajo los ojos
sin armas, solo pienso,
por eso callo,
y me sumerjo en mi taradez,
cotidiana,
que todo lo mata,
todo lo construye,
medesgana y
terevive.
6.
Otro día más.
Sin la espesura que no conozco,
y me hace temblar de frío.
7.
Hago canutos en los baños de las reuniones familiares.
Torturas soslayadas bajo las buenas costumbres.
Cuánto nos queremos,
cómo te queremos, ahora
que estás más grande,
aunque tienes unas ideas
que mejor come, cállate y come
el pastel de catalina, pero
cómo que no comes? Bueno,
nena, cuenta, qué piensas de la vida,
tu padre, podría, presentarte un editor,
aunque mira, es un poco derechista,
pero qué cosas escribes? Seguro.
Seguro que te hacen mal
las juntas, esos tipos que nunca traes,
por los pelos, por las fachas,
pero Dios! Mira tu que pintas, también,
cómo pretendes alguna vez
finalizar,
como Patricia,
que está casadita, atiborradita
de hijitos que...
¿nena?
nena!
Se fue otra vez a mear...
8.
Mi boca, llena de humo
mi garganta mi traquea
mis pulmones como pasas,
llenos de humo
y algún líquido.
Mis ideas, ideales,
mi filosofía cualquiera
y mi calma, llena de humo
mi chaqueta, mi olor
por las mañanas, y luego de comer
poco, pero lleno
de un humo que junta
abdómen, espalda
y algún líquido
acuoso, tiloso, no gaseoso,
que se evapora hasta el cerebro,
por el nervio, el espinazo,
y que sale por las orejas,
en montones de pompas etéreas,
grises, deliciosas, que pincho,
con el pucho, o un cigarro, de humo,
y algún líquido.
9.
Los niños me dan asco.
Metelos en un sótano oscuro
periódicamente,
y tal vez saques un genio esquizoide.
Dales un mundo
y consigue un tarado mental.
...
Como la torturalamaría
tampoco podría.
10.
La soledad me preserva,
me reserva, de tu interrogatorio:
¿has visto este libro, este disco,
este ˇltimo poema encontrado,
de Burroughs, perdido en su propio delirio?
La soledadme pondera,
me envenena, me derrota,
me provoca, me sonrÌe, todas las noches,
y no se asusta, al verme llorar.
A gritos, a vuelos, revuelos revueltos,
sin tapas, del nudo, del centro,
del ˇnico dolor que extrae, contrae,
mis vemas sin sensibilidad.
La soledad me calma, me besa,
me canta una nana,
moja mi pelo y siempre pone,
una de The Cult.
(Ella me pierde las chinas,
y las encuentra, cuando las necesito más)
Mi soledad me pone un cuaderno,
me cuenta unos cuentos,
me pega, me muestra, en todos los dientes
que imierda!
TodavÌa me logras emocionar.
Ella me enseÒa, recrea,
hace que intente, que pruebe,
redoble, transforme, todas las letras,
en algo que no leerás jamás.
¿Estás ahí?
No, no estás ahí.
Mi soledad cantarina, silbadora,
única bailarina y directora,
de mí último espectáculo,
todavía sin estrenar.
Soledad peluda, boluda, tozuda,
en cuatro paredes, las mismas paredes,
otras paredes.
Da igual.
Mi soledad me tiÒe, desviste mi sexo,
evoca recuerdos, me invita al sarcasmo,
me tira unos versos,
pero sobre todo, y ante todo, me reserva,
me preserva,de tu interrogatorio:
¿has visto este libro, este disco,
este ˇltimo poema encontrado,
de Burroughs, perdido en su propio delirio?
11.
Hiciste de mi soledad, un eclipse
y en mi felicidad, un colapso.
Sembraste, sÛlo sembraste
y llevaste todos los miedos,
menos el que trae,
tu nombre.
El que se agiganta
cuando la sombra te lleva imposible,
hasta el verbo que voy a borronear
A continuación,
una serie de sinsentidos,
que me arrancan y me devuelven
a una anécdota que parece
historieta sin firmar.
Pero bien contada.
Como la bronca que me esperaba,
en casa,
la cama
y un balcón,
buscando ventanas,
entre las nubes.
> S> From: "nairobi si" <eckberrrrg@hotmail.com>
> Date: Wed, 28 Nov 2001 10:49:03 +1200
> To: salvaje@poesiasalvaje.com
> Subject: poemas en contra dos
de Nairobi Sí
a 23 de Junio 01