AFIRMACIÓN DE LA DIFERENCIA
Piedad para el hombre que se sueña otro,
de brasa ascética,
cejas rasuradas y dientes afilados,
fluido de piernas cortas y pies llagados,
hocico partido que grita a La Experiencia
que se largue,
que se lleve su emanación de viejo,
de agria expiración de la bella ternura.
Es justo hacerle un lugar en nuestro corazón,
prepararle la cama al desahuciado,
(contra las flemas del ser precisan golpes
con el vértice del fatal índice acusador).
Hay que ofrecerle esencias
para que el hálito se le componga
en la hora de la súplica,
cuando su dios sea principio resuelto para la absolución.
Sacudirlo,
decirle que se trata de mal augurio
soñarse a la deriva en sujeción nocturna,
en la curva arcaica de no saber la dirección de la seguridad;
que la existencia es atroz pero permite otras caretas,
caminos sucios de amor y odio,
desafíos, repliegues de animal doméstico
en la usual temperatura de la realidad.
La piedad como duro pan,
esperando el líquido de una café oráculo.
Acercarle, no sin cautela,
ese vaso desportillado
en el que bebió el último de los sabios,
acaso la lenta y pastosa porción absorbida sea la promesa
de un entendimiento con la negra lengua
del que ya comprende la otredad.
Abrazarlo y morir con él,
o tomarlo a broma como si el estertor nos condujera
a la burla elemental de la muerte que no es verdad en uno.
La piedad, dama ligera,
pudiera ser su novia de luto.
Brindarle una despedida
con flores y palomas negras;
decirle con nuestros actos que nos repugna,
pero que en el fondo lo amamos
como nuestro más desagradable ejemplo,
y que le deseamos venturosa trayectoria
al báratro de las arenas consumidas.
Guardarlo en el recuerdo como lo que fue:
un ente ordinario
que se creyó muy distinto a él.
¿Y POR QUÉ EL PERRO NUNCA LADRÓ?
Porque a lo mejor desde aquí podría soñarte,
ahora que quizá no.
El acromegálico camión ya recoge la basura,
el sol dispensa su dulce bofetada,
sin celofán, de manga abierta,
me descubre junto a un charco de orín,
y me miro en la espina floreciente de Aloe Vera,
y el herraje vil de otra púa granítica:
me he quedado a dormir junto a tu puerta.
No sé por qué he creído en la bondad
de este pedazo de cielo protector del recodo Violeta.
Ironía: ¡Colonia Salud!,
si de esta sombra a la sucia perennidad del pantalón,
la creencia en el vacío de acrimonias,
ha dado paso a una disolución de la cual soy el último en enterarme,
(sin claves, sólo una manera secreta de decirles
que ya no me cabe el cuerpo en esta edad).
En la pasada noche alguien leyó poemas,
quiso bailarlos y detonar lágrimas;
la vergüenza pudo más que las barbas arañarnos
con un poco de verdad.
Así me levanto, camino,
nada tiembla sino la vertical sería otra cobardía,
agravio sin preámbulos de asalto,
sólo un magnífico buen comportamiento
tras el regocijo de una mínima seguridad,
y me felicito porque no hubo líos con la policía
(se derrama por mis sienes el Fuckin‚ cops!
de la última película gringa).
Después te llamaré
y la agitación tendrá que ser mitigada
por la bebida natural,
y quedarás en venir a verme,
ahora que la música revela las flores que han nacido,
ignorando que fui el demiurgo de un sueño que no fue el mío.
SOÑAR EL AGUA
Me deslizo sobre la muralla que la contiene,
intento atrapar el brote de una flor en reciente deterioro,
la concilio en guedeja nocturna y la arrojo a la llamarada
avenida tras la última palabra del diálogo.
Devoto del manantial que me cubre en brazos débiles,
el margen de legible escritura agita el ser,
la divinidad de culto olvidado.
Viene la ventisca a ser oscuro mensaje,
viene a declarar que en Betania el día radiante es,
cuando camino y siento el arcén carcomido en asomo oscilatorio
y el atajo es un adiós en la tumba móvil del clamor.
Despierto en el sueño y los desconocidos me dan el parabién,
(la horizontal alegoría yace como reencarnado equilibrio).
Vuelvo al doliente mar para acechar el origen entre la furia,
¡quisiera encontrar el manuscrito donde la matadura
no resiste los labios de la tempestad!
Lo que no tiene lógica para el que ojea el vacío de la historia común,
ligero toque del escorpión,
mi sueño, eterna agua y su tonalidad.
Luego en la estancia, en el vapor de la pena,
alguna idea podrá desear el eco de la correspondencia
en la seducción de otra biografía.
NIÑA
Con el lapicero no se matan arañas,
¿qué animal diminuto interno
sacia su orgasmo al expulsar
carótida radical en tinta?
Cárdeno dolor la acompaña de no ser confidente,
labia en camellones pajarera,
otra babel arbórea.
¿Qué es esto de un caramillo sin orificios?
¿Vena sin linfa?, no.
Simples llagas para dedos omnífagos,
etéreos que no tocan inconclusa ni melodía.
Este circuito numeral atónito del estío:
en la pantalla matutina licenciar despojos
y la mirada artificial rasgando imágenes.
El poema o la canción,
el tris alambicado que no da nota,
gualdo cíclope de fricción innoble.
Palpitar alado en el camino,
me sentí ya absorto sobre el asiento;
Bacon no me permitió el bostezo,
cuando encima (aun todavía)
del tiburón la niña rémora con mochila
decía a su madre:
¡ahí viene!
Aquí,
conciliado el equilibrio cefálico
le escribí esto.
> Hola, les mando estos poemas y espero que puedan publicarlos en poesiasalvaje.com. Me llamo Héctor Leonel Reyes Mora, nací en Xalapa, Ver. México, he coordinado talleres de literatura,
estudié psicología en la Universidad Veracruzana,
publiqué en el año 2000 mi primer libro de poesía llamado "Payaso con pastel en la mano".
Mi correo es geditzche2002@yahoo.com
Espero que puedan ser publicados mis poemas.
Mi interes también es que me escriban personas que escriben poesía
o que les interese compartir intercambio de opiniones y materiales poéticos.
Gracias por la atención que me han prestado. Y felicidades por la página web.
Aquí les paso cuatro poemas:
de Héctor Leonel
a 30 de Abril de 02