|
|
Difusion Se escuchan como el palpitar de dos mil corazones son tu peor pesadilla y viven dentro de ti soñaras despieto cientodiesiocho veces pensando n mil numeros mirando rostrso de sombra , pensando que hay mas de lo que sientes y vez. volaras en un secreto y recorreras el pasado para darte futuras respuestas , ahora sabes que la unica respuesta siempre ha estado frente ati, tu llave a abrir la oscura puerta de un bizarro mundo , es mejor no saber lo ue te espera, sabras lo que pasa? conoceras las palabras soremun y la sabiduria de la sangre* Ambra* ... STARSHINE* Me arrullo ahora nisiquiera la brillante estrella me hace dormir me atormentan los hilos de sangre que salen de mi cuerpo, he tenido un dia muy pesado, la esclavitud de lo urbano te hace morir constantemente la vida en la ciudad entristece mi alma tu acero oxidado tu mundo bizarro hacen que regrese mas de una repeticion antes del sueño nocturno llorando a veces por malos recuerdos, me arrullo sin poder reconciliar el sueño la brillante estrella se ha cansado de acompañarme ni en la oscuridad sin futuro ni en la muerte descansare Ambra* ... EMPEZAR DE NUEVO... Yo le tenía miedo a la oscuridad, hasta que las noches se hicieron largas y sin luz. Yo no resistía el frío fácilmente, hasta que aprendí a subsistir en ese estado. Yo le tenía miedo a los muertos, hasta que tuve que dormir en el cementerio. Más aún, yo le tenía miedo al espanto, hasta que tuve que dormir en el crematorio. Yo sentía rechazo por los rosarinos y por los porteños, hasta que me dieron abrigo y alimento. Yo sentía rechazo por los judíos, hasta que le dieron medicamentos a mis hijos. Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo, hasta que se lo di a un niño con hipotermia. Yo elegía cuidadosamente mi comida, hasta que tuve hambre. Yo desconfiaba de la tez cobriza, hasta que un brazo fuerte me sacó del agua. Yo creía haber visto muchas cosas, hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles. Yo no quería al perro de mi vecino, hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse. Yo no me acordaba de los ancianos, hasta que tuve que participar en los rescates. Yo no sabía cocinar, hasta que tuve frente a mí una olla con arroz y niños con hambre. Yo creía que mi casa era más importante que las otras, hasta que todas quedaron cubiertas por las aguas. Yo estaba orgulloso de mi nombre y apellido, hasta que todos nos transformamos en seres anónimos. Yo casi no escuchaba radio, hasta que fue la que mantuvo viva mi energía. Yo criticaba a los bulliciosos estudiantes, hasta que de a cientos me tendieron sus manos solidarias. Yo estaba bastante seguro de cómo serían mis próximos años, Pero ahora ya no tanto. Yo vivía en una comunidad con una clase política, pero ahora espero que se la haya llevado la corriente. Yo no recordaba el nombre de todas las provincias, pero ahora las tengo a todas en mi corazón. Yo no tenía buena memoria, Tal vez por eso ahora no recuerde a todos, pero tendré igual lo que me queda de vida para agradecer a todos. Yo no te conocía, ahora eres mi hermano. Teníamos un río, ahora somos parte de él. Es la mañana. ya salió el sol y no hace tanto frío. Gracias a Dios. Vamos a empezar de nuevo. Carlos Guillermo Garibay Santa Fe, Mayo 2, 2003. ... * paz Había una colchoneta tirada en el suelo, en una esquina del jardín, de lo que era huerta en vida de mi abuelo, donde no soplaba el viento. Ahí el sol permanecía como el agua en un remanso, y calienta. Él estaba tumbado, con un brazo sobre los ojos y la boca abierta. El agotamiento hacía que durmiera con la boca abierta. Me tendí junto a él y lo besé en hilera por la mejilla y miré al cielo porque tenía unas gafas de sol y me gusta mirar al cielo. Las nubes estaban en paz, se desplazaban en varias capas. Y me acordé de una de mis más hermosas vicencias. Un viaje que habíamos hecho, a conocer a unos parientes. Bueno: a aprovecharnos de unos parientes. Pero fueron muy amables y entrañables, nostálgicos de todos sus pasados, de españa, de cuba. Varias guerras, zafras, derrotas, hambres. Historias. Historias. Historias. Despegábamos en Washington. Habíamos buscado un lugar en que fumar durante mucho tiempo y al fin lo habíamos encontrado: un cubículo de cristal sin moqueta y con asientos de plástico naranja. Un cartel decía Cuidado: suelo mojado. Y los fumadores, nadando entre humo, parecían enfermos, yonquis, tristes parias. Nos reímos mucho, pero era terrorífico. Despegó el avión cuando se acercaba el crepúsculo. Debido a quién sabe qué razones que no me interesaban, ya que me fui llenando cada vez más de felicidad hasta que me salía por la boca y por los ojos, nos mantuvimos dando vueltas por el cielo de Washington durante casi una hora. Yo me había puesto los auriculares y sintonizado la música clásica. Y, casualidad, los valses de Strauss. Como en 2001. Medio pensaba que no era humano leer la propaganda de las líneas aéreas mientras despegaba un avión. Que no era humano leer el periódico, ni siquiera un libro, mientras despegaba un avión. A no ser que el miedo impulsara a intentar olvidar que estaba sucediendo. Se me ocurrió que a lo mejor tenían que cumplir su papel de ejecutivos o de yupis o de gilipollas sin más y por eso contenían el deseo de mirar por la ventana y dejarse inundar. Yo dije que aunque tuviera que coger un avión cada dos días no dejaría de mirar por la ventanilla aluciinada cada vez que despegáramos. Miraba. Él me decía el nombre del río plateado, el río Potomac, que surcaba la llanura a través de bosques de terciopelo. Me hablaba de los indios. Yo imaginaba la inmensidad, el silencio. Subíamos y bajábamos y atravesábamos capas de nubes, corros de nubes, bailes de nubes. A través de huecos en las nubes podíamos ver las primeras luces que empezaban a encenderse en medio de la paz. Y los valses. Siempre pienso en Leonardo Da Vinci. Imagino que viajo al pasado y me encuentro con él y le hablo de los aviones. Y que él llora de alegría. Recordé ese momento mientras descansaba en la colchoneta y sentía la brisa fresca de un lado y el calor del cuerpo de él del otro lado. Me puse boca abajo para turnar el lado que recibía el calor. Me volví a dar la vuelta. Mi paz era absoluta. llovizna ... tú Todo lo que haya que mover que sea sin crisis que nos mezca ahora. Tú ya lo mereces. Tu sonríes Tú tienes materia y sabes que no es posible tener un carro y ser revolucionario. CEro ... Deja que te pueble con mi cuerpo que mi osadía revierta tus penurias. conozco el camino de la pena la noche profunda. déjame acercarte a mis madejas de olores sabores y tacto, a mis sentidos , mi morada para albergarte. sé del ultraje y aún quedarse como si fuera un premio la agonía déjame acorralarte con mis besos calmar tu sed saltar a otra orilla. desde graciela ... CARICATURA FAMILIAR DE BRECCIA Las niñas se tiran al suelo el niño displicente desgarbado es la infancia sol y en la vereda hay chispas un temblor ellos caminan qué furor asonada Breccia padre sobresale gesto de enojada majestad ella la madre sujeta su cartera sujeta el tiempo escalera escalera tiempo disco rayado vuelta de tuerca Gardel se oculta en la esquina las niñas se caen las niñas se levantan Quién le teme a Alberto Breccia ? eh, dama furibunda, tú no El niño las niñas hermanos coloreados en estival ánimo con sus gruñidos guerra chiquita papá mamá somos invencibles y la dama saca de su cartera unas paletas rojas y amarillas hágase la calma hijo hijas de nuestra ventolera ciudad papá Breccia alisa sus mechones cabeza tajante dígame usted si esta batalla pintada no terminó con una juguetona canción. Lima-Perú. 7.33 p.m. Virginia Macías Torres. Nota.- Poema basado en Caricatura familiar de Breccia 1958. Está en entrevista inédita a Alberto Breccia: mundobreccia@hotmail.com ... Yo también anduve de viaje, escapando de Madrid, para añorarlo y poder volver de nuevo a sentir su lluvia, esa que revuelve las alcantarillas inundando los pulmones de un aire viciado, de tiempos pasados, hoy nos visita un señor moribundo, y las cifras vuelan entre la multitud, hoy la juventud es la esperanza, ayer en manifestaciones eramos criminales, donde está la regla, no hay medida capaz, no hay color, ni esperanza, ni dios que nos salve. nos veremos, espero, si el bolsillo me lo permite sere yo quien visite tu tierra... ATANET ... fantasmas que temes aparecer, de qué tienes miedo? extraños que temes conocer, tienes miedo ocurre amenudo, tras su concéntrico dibujo repitiendo las ondas, como si un fino mamantial fuese. dándote cuenta que te salpica, te ahoga. como si nada fuera perfecto, nada lo es. sabiendo que te escondes sin remedio pues siempre te alcanzan. estás tan cerca del agua, que es inevitable tocarla, beberla, seduciendote en su balanceo, provocandote al bienestar. pero no son sus brillos, no son los que muestran la realidad sólo distorsiones, pero, y soñar? caterpillar ... paisaje otoñal. caminamos encerrados en el círculo de las preguntas allá una montaña verdimarrón los pesarosos ocultan sus almas aquí palabras perdidas canciones sobre murallas y rebeliones salir de casa sacudirse ir entre tantos y ser uno y nadie mirar los ojos de extraños y uno mismo ser invisible en la ciudad bulliciosa pasar por balcones derruídos plazas antiguas como el tiempo incesante caminando por calles que otros ya no pisarán ni maldecirán unos con sus canciones malévolas dolor de niño perverso maldad de anciano condenado otros en sus incertidumbres escarbando en sus cansadas almas mariposas murciélagos y los otros las otras abriendo cajas de pandoras atravesando puentes quebrados saltando abismos paisajes otoñales los infiernos el limbo y la serenidad en en ritmo explorativo metalengua musical qué te digo qué me dices la maga y el mago no son malignos él dijo: es como colegio nacional sin puertas el desmadre explosión de almas ella pensó: inalterable canción no existe fluir bailando oyendo el misterio bañistas ansiosos sonríen al mar sonríen a sus trepidantes sensaciones en las playas los tablistas las chicas lindas los chicos anhelantes el mar agitado cuatro estaciones Vivaldi el paisaje otoñal marcando los ritmos del ser playas sin cercos toallas raídas sobre la arena niños venturosos mujeres gordas con rostros tiernos hombres panzones con lascivia chicas ilusionadas con bikinis floreados muchachos deseosos en el aire besos en las fábricas el tiempo corre corre el tiempo las máquinas rabiacanción los universitarios van y vienen con sus libros perfectamente forrados el futuro será una conquista el trofeo la felicidad envuelta en caramelos matrix diría Morfeo matrix diría ellla la de los ojos inolvidables los magnates sueñan que son felices soñar soñar matrix siempre perseguidos odiados van y vienen existencias-trenes sin retorno túnel bomba dónde estás felicidad ? con cinta de rafia amarilla te envuelvo aquí en el poema turbulento matrix diría la del alma diamantada paisaje otoñal aleonado genio dónde estás? buscando a zaratustra buscando. Lima-Perú. 5.44 p.m. Virginia Macías Torres. ... |
AVENIDA 220 |