oscilación de un cuerpo sobre sus péndulos - - - - - - - -
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Oscilación de un cuerpo sobre sus péndulos Éstas calles se ejercitan con mis pasos, salgo a su sombra cada noche con la infancia recogida en los bolsillos de mi abrigo. Total, poco me importa salir cuando el sol, resonante, doblega la impronta del silencio. Los otros instantes de luz naufragan en la cotidianidad de mi vicio: guerra de sudor y de miedo. Éstas calles se ejercitan con mis pasos, las llevo tatuadas como flores chinas: lotos flotantes en la perpetuidad de mis recuerdos. Éstas calles me transitan y en la lascivia de sus muros y la sordidez de su asfalto se va agotando mi vida. Estas calles que con el atardecer lloran son yo mismo... No mans land A Edmond Jabés Voy de viaje con la nariz preguntándole a cada fragancia por tu nombre y estás callada, mujer de ausencias melancólicas. Sé que tenemos los orgullos sucios, y dibujadas sobre las raíces llevamos la lengua dúctil de la diáspora. He allí cuando mis silencios asumen las veces de sujetos; entonces te vuelves pequeña y tierna costurera de esperanzas para este náufrago, que sin abrigo deambula por tus calles con una historia reciente y húmeda debajo de los brazos salobres. Dejavú Las trece lunas del Cairo hacen girar sus cúpulas blancas sobre la terraza inexistente de un barrio de Chipre. Me tomo un trago, exhalo el cigarrillo, leo una cita de Borges en un parque con la luz mortecina de sus farolas danesas. Absorbo un gramo de aire; cierro el libro con la garganta llena de recuerdos y los ojos entumecidos por muertes abstractas. DILEMA DE UNA TARDE. La sala estaba iluminada y cada recodo relucía con la intensidad de un gladiolo. En una pared sobria y seca colgaba el rostro enjuto de Van Gogh, color tuberculoso, mirando a lo lejos como quien busca dejar atrás una realidad anclada en la desgracia. Le pregunté al curador: -puede explicarme cómo hubo pobreza entre tanta riqueza de color. Sonrió. Recuerdo que acto seguido musitó entre dientes: - es un misterio. Seguí mi recorrido por el museo intrigado, porque donde el misterio ronda la ignorancia esconde sus alas de murciélagos. Dark side of the moon Las horas de trasnoches salpican la boca, los ojos y el olfato, mientras la ley del plomo regala como propinas cuatro cadáveres sobre el cuerpo estéril del pavimento. Son tres inmejorables versos, con los que lucho para sacarles a flote con la fuerza de Jacob, y con la obstinación de un demonio: he intentado hacer que suden, o cuando menos hablen el dialecto de los dioses, pero alrededor de las ideas giran mariposas sórdidas irreverentes al destino. La noche languidece sobre mi alzheimer y el éxito parece ir desnudo a buscar otros confines lejos de esta atmósfera asfixiante, hedionda a humanos, tan humanos que se pudren en los vertederos del óbice nocturno. Los pergaminos de salitre. Una noche, se alzó por encima de la monotonía, sus manos viejas resonaron como jóvenes pergaminos de salitre. Sin renegar, su rostro montó un caballo desolado con cascos de fecha y viento. El dolor estaba en apogeo, o hacía, con cada lágrima, a lo lejos, canciones invernales: hojas prendidas de su cuerpo. Se alzó ciego de angustia, llenó con garabatos su alforja negra, y en medio de los senos de la sombra, pintó un aviso con letras color a miércoles borrosos para los hijos rotos de cada hombre que le siguiera.. Nunca vimos apagarse su colilla, mientras, se fumaba el cielo con ambos dedos. Ginger cookies Town La luz se exilia sin esperar los cortejos del invierno, las noches son coitos interrumpidos con sus calles largas como sombras secas: granjas de caos y de violencia. Habitadas por faquires urbanos que se embrujan con humo de canabís, con guirnaldas de jeringas incrustadas en las apariencias de sus brazos como tatuajes del vicio. Son los yonkies que se fuman el olvido en sus pipas psicodélicas, oscuros gnomos que practican incestos diariamente con la muerte probando de su sexo en rebanadas, con mortíferas porciones lechosas que dejan sus vidas enganchadas en la locura más promiscua. Desnudos aún de saber que sufren deambulan...deambulan en los vertederos, con la fuerte carga que significa vivir en sus angustias. Metamorfosis Oscuro y enterrado, como búho, espera en el silencio húmedo, aplazando la sordidez, consume murmullo tras murmullo cada palabra, como si fuera el último bocado antes de la metamorfosis. Aplasta férreamente las posibles disensiones, depura lo superfluo que se antepone al valor mismo de las cosas, pervirtiéndolas. Solo queda lo indescriptible, aquello que se da por llamar lo inefable. Razón de esta búsqueda, este diario ejercicio de crear la vida con despojos cercenados a cadáveres. > Daniel J. Montoly (Montecristi) 1969. Reside en Estados Unidos. Inicia sus inquietudes literarias en el grupo cultural Cacibajagua uno de los más antiguos del país y frecuentado por reconocidos poetas dominicanos como Víctor Villegas, Carlos Lebrón Saviñón, Leopoldo Minaya, Cesar Zapata, Rafael Abreu Mejía, Santiago Muñiba, entre otros. Parte de su obra aparece en la antología titulada "Jóvenes Valores Hispanos", editada por una institución norteamericana y en el primer volumen de La Colección Sensibilidades, donde figuró como autor invitado con una selección de su poesía. Recientemente fue seleccionado por la Editorial El Salvaje Refinado, en su antología de poesía, Maestros Desconocidos de la Poesía Contemporánea hispanoamericana, Su poema " Detrás del brutal silencio" obtuvo el segundo lugar en el concurso organizado por "La Sociedad para el desarrollo de las artes latinas". Ha figurado en la revista mexicana Novum, la Española Gribalfaro, la colombiana Casa del Asterión, en el suplemento Caribania de la misma y en varias revistas electrónicas de diferentes países latinoamericanos. Trabaja actualmente en la compilación del que será su primer libro de poesía, titulado: Memoria de un Perro Urbano, pautado a salir en enero del 2003. En este poemario, su canto se centra en la dinámica del tránsito no vista desde una perspectiva individual sino desde una óptica universal. Sus versos recogen con cierta irreverencia el choque cultural y el sentimiento de crudeza inhóspita a que se ve sometido todo ser humano empujado a la diáspora por diferentes circunstancias. Como definiera hace poco un crítico cubano, "el sentimiento de cavar un hueco para guardar nuestra identidad personal con el sólo propósito de no llegar a ningún lado". Es co-fundador del foro Híbrido Literario en Internet, destinado a difundir la literatura contemporánea latinoamericana y colaborador de varias publicaciones electrónicas contemporáneas. Fue ganador del pasado certamen poético de la revista literaria Niederngasse con su poema: New York en horas inversas. de Daniel Montoly a 6 de Enero 03 |
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