En el Silencio de la Provincia 

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En el Silencio de la Provincia


Algo pasa allá afuera,

Algo que se oculta en el silencio del invierno,

Parece que el sur anuncia la llegada de la nieve,

El casqueteo de los ríos,

La sutil melancolía de los bosques

Y la substancia del vaho asemeja tardes llovidas…

Aunque no cae agua de los cielos grises,

Se insufla el globo que le contrae,

Que le guarda,

Para explotar cual challa de fiesta

Sobre nuestras cabezas dormidas.

Existe en el espacio una sombra sonámbula

Que se esconde tras los árboles,

En la delicada fragancia de la leña que crepita,

Que se consume en todas las cocinas,

Como aguardando que el sol nazca nuevamente

O se invente un verano por horas,

Mientras aparece el pan,

La comida,

Las teteras amando los vapores,

El sudor de sus cofres de aluminio,

En ese calor que les son propios,

Que claman un jarro con polvos de café

O las yerbas para un mate eterno

Que será compañero de las tardes vacías,

Que inventan conversaciones

De aquellos que vienen

O de los que han partido…

Los vasos están congelados en los bares de la memoria,

Aguardando las risas del vino,

Aunque permanezcan estancadas las luces

De los ojos,

En este invierno que anuncia algo,

Que oculta,

Que se calla,

En el silencio de la provincia…           





















Algún día



Se que algún día he de volver

A los trigales en tierra seca,

A los pinos de la discordia,

El rugir de las miradas,

El caminar odiado,

Entre muertos que piensan estar vivos,

Carcajadas desdentadas en Carrera con Prat,

Jovencitos muy prolijos y cristianos

Llenando las tripas con agua caliente y pan dulcemente diseñado

Para la foto del transeúnte casual.

Sé que algún día he de volver,

A mirar los rostros de la miseria humana,

A beber en los bares de mi infancia

El licor del hastío,

Del aburrimiento.

Sé que algún día he de volver

A besar el viento de Talcahuano,

La lluvia de la noche eterna,

El cielo oxidado de los techos

En abandono,

Por las correrías de los niños fusilados

En televisión,

En pegamento.

Nada,

Absolutamente nada

Quiere hacerme volver un día en que

Ya se acabe el sueño y la

Fantasía,

De respirar esta distancia,

Esta distimia.

Sé que algún día he de volver

Aunque no mueva los ojos de este Puerto

Minúsculo

Y mío

Y tuyo…














En la memoria de la ciudad perdida.



Sólo sobreviven lejanos en la memoria

Los sonidos,

El olor,

El gris y el aluminio

De la ciudad perdida…

Acostumbro a respirar mi distancia entre bosques,

Milenarios ríos sin principio,

Hielos que me atraviesan la coraza y que alivianan

el tránsito

por este presente que no se agota

ni se asombra…

El desvelo a dado paso al latir del sueño

En la nariz,

En los ojos,

Como cuando la bandera roja daba paso a la aurinegra del tranvía,

Allá,

Oculta en la infancia,

Cuando las tardes eran sobresaltos sobre los durmientes

De los puentes,

Aguardando el pitazo neurótico del cansado Local Concepción- Renaico

Y salir despavorido a las barandas temblorosas sobre el río…

Hoy,

El ritmo ha cambiado el pitazo por la sirena de la barcaza semanal,

Por los saltos entre las piedras del Litoral,

Por el graznido de las gaviotas entre los botes multicolores de la bahía

Y ya mis tardes suelen acompañarse de un mate dulce en la casa de la Delfina,

Que en su piel gastada por la centuria guarda las velas y los remos de los canales

mientras las teteras silban

Sobre la cocina…

El invierno cubre con el frío y la lluvia los caminos

Cumpliendo la tarea encomendada

Para este sur de siestas,

De amaneceres al runruneo de la motosierra

O de los “fueradeborda” de 40 o 50 esperando una nueva pesca,

Una nueva partida…

Y pasan las horas,

Los meses,

Una eternidad de silencio acompasado de dulces acordes nostálgicos,

Que espero ver otra vez en mi vida

Para que no se muera el otoño con sus ocres,

Con sus olores,

Con sus sonidos

En la memoria de la ciudad perdida…













Ciudad Enemiga



Olvídame ciudad enemiga,

Olvida mis pasos por tus avenidas

Mis sonrisas en tus bares,

Mis palabras en tus cités,

En las reuniones,

Olvida mis ropas entre tus banderas,

Mi olor en tus alcantarillas,

Mi sudor en tus veranos,

El frío de mis huesos en tus

            Cementos,

Olvida que fui yo en tus fauces,

Los paseos por tus rincones

            Fantasmales,

Mis ojos en tu arquitectura,

Mis sueños en la lluvia y en tus

            Noches,

Los suspiros en tus pantanos,

Las letras en las hojas de tus

            Murallas,

El aliento entre las distancias

Y el alma en tus cementerios,

Olvídame de una vez

Y por todas las veces

Y los recuerdos,

Olvida a mis amigos

Y a los que no,

A mis enemigos y a los que no,

A mis parientes,

A los padres,

Hermanos,

Hijos,

Olvida mi tránsito por tus micros

Y tus trenes,

En los caminos grises

De tus campos,














La recepción

De las sirenas y los timbres,

De tus golpes al pavimento,

De tus campanas,

De los cerrojos

Y las ventanas…

Olvídame ciudad marchita, que soy

            Flor lejos tuyo,

Que soy pétalo sin tu agua,

Volantín sin tus hojas danzantes

            Entre follajes

De pinos y eucaliptos.

Olvida

Mi respiración

Tras las puertas,

Los calabozos de tus espacios negros en el alba

Y mi disposición en tus noches resurrectas,

Olvida que fui tu fundador,

Tu cómplice,

Tu sepulturero,

Tu obispo,

Olvida que estuve en tus brazos

Mamando de tus tetas mustias

Succionando tu alegría momentánea

Y colectiva

Olvida mi presencia en tus cambios,

En tus espejos,

En la nominación de cualquier registro,

Por favor

Ciudad olvídame!

Que yo no puedo…












Patricia de toda la vida



Otra vez vida mía,

Otra vez acompañándonos de nuestros recuerdos,

De las imágenes,

De las lágrimas por los que partieron,

De nuestras manos,

Nuestros besos en silencio,

Los brazos de medianoche buscándose...



Otra vez vida mía

Recogiendo nuestra piel hecha trizas,

Mil pedazos,

Para armarnos de nuevo

Y sonreír a costa de todo

Porque así lo hemos decidido,

Porque es acá donde el miedo no llega,

Donde el verde existe,

Donde el oxígeno existe...



Otra vez cielo

Abandonados a nuestra suerte,

A la deriva de nuestra porfía,

Enfrentados a los fantasmas de nuestras almas,

A los espejos de los ojos,

Al combate sin cuartel por el amor juramentado.



Estamos aún en pie vida mía,

No hemos sido derrotados,

Aunque las cicatrices sigan vistiendo nuestros cuerpos,

Aunque los músculos se agote y se espanten.



Aún estamos de pie vida mía

Contra el mundo

Y nosotros mismos!















A los vertiginosos de siempre (o sea nosotros).


No,

No,

No me olvido,

Lo que fui,

Lo que seré,

No olvido

La calle gris y el umbral,

La primera caricia en el pelo,

La luz amarilla de tus ojos aromos,

Las hojas desintegradas en los pies

Cafés,

La lluvia en el rostro opaco,

Los relojes que ahogan cada pensamiento

Con sus delicadas sogas y mordazas.

No olvido

La sonrisa nerviosa del único beso,

La madrugada entre rejas,

Atado,

Atormentado en la nada

Y los dedos sigilosos buscando  tus labios,

No olvido,

La noche venidera con sus angustias de arresto,

El silencio de oír nunca más tu respiración,

El sueño insomne de permanecer tumbado,

Sin siquiera pesadillas,

Sólo insomnio,

Largo como la vida,

Eterno como la muerte y definitivo.

No,

Algo hace que no olvide,

Las sábanas,

Los colchones,

Los brazos que me sostienen hoy,

Tus cabellos en mi barba hoy,

El acorde nostálgico en cada resuello,

Ese que me envuelve hoy

Para no olvidar

lo que fui,

lo que seremos...

Rogelio Montero H.









Pequeño Luciano de siempre



Lentamente se alargan los minutos de la distancia

Y el pie que siento en el pecho crece

Como aguardando otra sonrisa,

La congelada,

Los dientes semejando los cordones nevados

De mi invierno

Pero en tu boca pequeña,

Dispuesta siempre a la última palabra,

Al último golpe,

Ese que mata,

Como una lágrima,

Esa que cae,

Mientras me veo nuevamente mezclado a la bruma,

Entre el follaje oscuro del bosque silencioso,

Aquel que tomó tus ojos pequeños como escarcha

dibujando un verde eterno en el petróleo de tus guiños,

siéntete bien,

cálmame,

que el tiempo se supera con más ganas

que matemáticas...

Yo,

estaré bien vivo y sonriente,

guardándote en algún silencio cubierto de nieve,

de piedras celestes,

de velas entre mis ojos

quietos y mustios por tu distancia

Luciano pequeño,

Pero alegre de verte desde hoy

En cada rincón de este pueblo

Que es también tuyo

Y en el que nació el sol en pleno julio

A mitad del invierno.







                                             





Recuerdos de Familia


Llegará la hora cierta de abandonar mis pasos

Y tal vez me vea a un costado de la vía

Esperando el vuelo de la 530

Donde devuelvan a mi infancia extraviada

La tiznada sonrisa

Y el rostro dulce de mis abuelos

Fusteando al tranvía para llevarnos a todos

Al destino que asigne el último pasaje

O tal vez en un instante

El silbato de partida

Esté en manos de mi segundo abuelo- padre

Como siempre...

Tal vez volvamos a la misma ruta del Local

Y asustemos a las garzas y a los bueyes

Que acostumbran pastar en su paso...

Será como elevar las anclas de la vida

Y llevarlas junto al equipaje prístino,

El del llanto primero,

A descansar definitivamente

En la estación del olvido

En el de la memoria fragmentada,

Allá,

Donde el humo de las locomotoras aún tiznan

Los rostros sonrientes

De los que nacieron a un costado de la vía

Y se fueron con ella.




















No os preocupeis!!!



No se preocupen

Pequeños viajeros del mundo,

Yo sé lo que es dejar pasar los trenes

Y los tranvías,

Cruzar ciertas alambradas,

Esas que dejan cicatrices en la piel,

Líneas marcadas en la espalda.

Yo sé lo que es mirar de lejos algunas plazas,

Imaginar el vértigo en algunas ventanas,

Dejarlo todo y no volver

A golpear la misma puerta

O pisar las mismas huelas,

No,

No os preocupeis pequeños transeúntes,

Yo sé lo que es mirar al mundo desde el aire que insufla los pies,

He sentido en la carne los giros del roscalatas

Apernando las alas de cera,

De sueños,

De esos que a veces cumplimos

Como llamados a recoger los trozos de la explosión que provocamos.

Sé lo que es armarse de un cuchillo

Cuando el enemigo nos aguarda con tanquetas

Y ese tipo de artilugios

O cuando caminamos ante el patíbulo

Y el público hace fila para aplaudir nuestro sacrificio.

Yo sé lo que es perderse en la floresta,

Mientras el jaguar acecha en la oscuridad,

A que llegue Orfeo

Y uno rezando por el insomnio

Y las fuerzas para seguir corriendo.

Sé que significa pender del hilo,

Caminar en el filo,

Vivir en el miedo,

Pero no se preocupen pequeños viajeros del mundo…

Otros han muerto!!!

















Vuela Cafiero Vuela!



Afuera la lluvia amenaza al mundo,

Los techos de algunos,

Los más,

Encontrarán las dagas necesarias para asestar en los vientres de los hambrientos

La lluvia!

Afuera las bombas caen con virtuosa parsimonia,

Lo muros de algunos,

Los más,

Abrirán suficientemente sus ladrillos para arrancar la vida de los espectadores,

Acá en televisión!

Afuera la noche entra solapada,

En silencio,

Por los orificios abiertos a las venas y a las arterias,

De las calles,

De los cuerpos,

Con su odio necesario,

A barrer con las risas y los sueños,

A dilatar la agonía y las lágrimas de aquellos que aún amamantan sus madres,

Que aún esperan algo algún día que no vendrá,

Antes la lluvia,

Las bombas

Y el silencio cómplice de la muerte,

De las miradas torpemente misericordes,

De las prédicas del mito,

De la rigidez estúpida de las leyes y sus embetunados especuladores!

Afuera nada quiere sobrevivir y menos que te nazcan alas!

Para arrancar a otro día!

En que la silueta del mundo se vista de colores y se pueda alzar,

Como venida de una playa azotada largamente por las preguntas y respuestas del mar!



Vuela, Cafiero, Vuela!

Hoy en este cuerpo,

Mañana en el día esperado!



Vuela, Cafiero, Vuela!

Entre estas banderas

Que sacaran el pasamontañas para mostrar su rostro de arcoirirs !



Vuela desde hoy en estas venas!

Esta mirada triste que otea al viento mientras afuera en el mundo todo cae,

En un segundo,

Lleno de miedo!














En el suave devenir de las olas



En el suave devenir de las olas

Se embarca mi ánimo y viaja,

Sumergiendo su cabeza triste

Para aliviarse

En el movimiento.

Cada suspiro de algas es tomado

Por la mágica mano del viento

Y se eleva

Con las llamaradas cristalinas

Del agua

Que revienta

Contra la espesura de las rocas,

Del sedimento,

Del sonido voraz,

En su concierto

En su armonía incierta

Y se mece plácidamente

Aguardando el tiempo,

Para ahuyentarle,

Para socavarle las entrañas

Y desaparecerlo,

con el suave devenir de las olas

y su aliento.














El espejo



Lo extraño es mirarse al espejo

Y sonreírse,

Más fácil resulta llover al cuerpo

Tormentas,

Marejadas

Y volver tras tu rastro y el rostro

Para re-preguntarse

Lo cotidiano de las cosas,

Aquellas olvidadas

Entre la niebla,

Entre el follaje,

Perdidas en las miradas del mundo

Por cable

Y a veces

Tan sólo a veces

Responderte que necesario es otro cuento,

Otras historias,

Con o sin maquillajes

Y volver a perderte

A través de tus propios ojos,

De tu piel.

No exigirte nada,

Sólo respirar el día que se irá pronto,

Al igual que otras cosas,

Aquellas fácilmente olvidadas

Que guardamos en la misma mirada triste

Sonriendo frente al espejo…


 
 
 
 
 
> From: b150bc1 <b150bc1@abretumundo.cl>
To: <salvaje@poesiasalvaje.com>
Date: viernes, 15 noviembre 2002 21:23
Subject: envío texto poético desde la patagonia rebelde

Desde la patagonia rebelde al lado del pacífico en aysén libre,  
un abrazo Rogelio Montero Hinricksen

 
 

de Rogelio Montero Hinricksen

a 6 de Enero 03
 
 
 
 
 
 
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