versos al corazón de la tortuga
 

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                                                                1
 
 

En el espejo siempre se ve traslucido el vacio.
Se esconde, aparece y pregunta,
en voraz empeño de contar lo que has visto, así,
huellas marcadas de insonme ornatos negros,
celosias de reflejos.
Crepusculos desnudos abatidos de avaricias, ya tiznados en la faz sórdida.
Visión pálida de grillos que cantan las visiones que aullan.
Caudalosos crisoles arremeten contra los espejos,
nunca satisfecho de olvido, de fuego y de rasgos.
El reflejo que aun confias engañar,
al desfile interminable de los labios.
Arrugas que devoran los huesos, con laureles que dulcifican el ambiente,
melodias que en las pupilas trinan hechidas de algas,
abanicos solares deleitan la paradoja linda de los álamos.
 
 
 
 

                                                                2
 

En algunos lugares he visto los llantos escondidos.
Esas vidas que se resisten a quedar en las vias muertas de la nada.
Frio el metal del tunel. Un jardín marchito.
Es la roca un himno demasiado fuerte a las estatuas. Porcelana agrietada,
siempre el reflejo escondido del adiós.
La pena se disfraza de canciones.  La vida se escapa con su séquito,
de soles y de lunas, del deleite del ensueño.
Se escapa del retoño, del latido y de  las manos.
Imagina que todo es un sueño. Los papeles cambian el sentido.
Arrastra el atardecer al estanque húmedo.
El calor derrite al frio.
Las luces desgarran la desgracia con cuchillo fino.
Los pies saltan en el paisaje lejano, con el soplo del viento,
que empuja sin desmayo, con fuerza de tenazas.
Amarra el torbellino insatisfecho, lo estruja, lo asfixia,
arranca la bilis del estomago, estrae las escorias,
zarandea sin consuelo el pellejo, los testículos, el entrecejo.
En volandas, desde donde se ve el horizonte no caben retrocesos, ni 
extravios,
solo queda el saludo acostumbrado del que pasa,
la marcha y las voces.
 
 
 
 

                                                                3
 

Adivinas el futuro. La pena abolida.
El baile cinco estrellas es un baile incesante.
Los que creen que el canto procede de las eternidades,
del hombre que el daño se le escapa a la medida.
La murallas estan para saltarse, los muros, las paredes.
Queremos la vida. No puede negarse.
La energía de los astros y los dioses.
El fulgor incandescente de volcanes.
Las melodias del verano, del invierno, de todo un año de nubes y de soles.
Queremos el triunfo del paisaje y de la luz. El susurro de las aves.
 
 
 
 

                                                                   4
 

Al lado de la fuente, el descanso se ilumina.
No se ve el paisaje, pero se intuye tras los árboles.
Hechar al estanque los sortilejios que espanten los males.
Las oraciones mas grandes que te dicte la memoria.
La guerra cayó en un pozo sin fondo.
Puedes caminar por la vereda sin ningun daño.
Puedes pararte en las posadas, las ocultas entre nieblas.
Puedes subir al risco de las brumas y bajar al valle de los humos.
 
 
 
 

                                                                    5
 

Así que fluyan las palabras no les pondré ningun empedimento.
Le escrebiré un verso a la memoria del enjambre,
a la escarcha que congela la felicidad efímera,
al retorno de las aves que cruzan los mares.
Pasará el invierno que enloquece los pájaros en las vitrinas,
los hielos afilados que clavaron los charcos de la lluvia,
las ramas que salieron volando por los campos,
las cortezas que apretaron la tierra de los llanos.
El aire se deslizó frío con tacon alto,
golpeó con fuerza la puerta de las casas.
El polvo desdentado salió gritando de la boca.
Las quejas de las manos devoraron las ausencias.
 
 
 
 

                                                                    6
 

Hay dolor en el recuerdo de las estaciones perdidas,
en la pureza resplandeciente del interior de la alegría,
cuando el significado de antiguos dias quedaron grabados
al lado de las emociones, en el mundo que gira.
El mundo gira aun en sus pilares, aun en sus estaciones,
con su fortaleza, en el aguante de los hombres,
que solo quiere el aplauso de milenios,
el reluciente oro de las cuentas.
Tambien en el vacio escondí las desdichas,
de los antiguos dias ya olvidados.
El pasado y el presente se mezclan dominados de futuro.
Voraces floreceran los huesos castigados de los triunfos.
 
 
 
 

                                                                    7
 

¿Donde iremos a levantarnos cuando caigamos en el polvo seco?
¿Que mano deslizará la frente tan callada?
¿Que grito llenará las almas? y al final, cuando salvemos,
¿Que boca dará las gracias por ello?
¿Que alameda escuchara el quejido de los peces?
está demasiado lejos de la orilla.
La orilla convertida en setos de flores.
                        Me siento en el camino.
A pintar un puñado de almas abandonadas.
El resplandor de los ojos aun ilumina la estancia,
despierta aun el calor de las encrucijadas perdidas.
Y tambien,
el calor de las encrucijadas salvadas,
el calor del hogar de los sueños.
Lentamente llega la imaginación.
                        Me siento en el camino.
Radiante de haber llegado con la fuerza justa,
de cojer las dalias con los dedos,
de sentir la ligera brisa en los cabellos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

> From: JOSE LUIS RUBIO FUENTES <jlrfuentes@aolavant.com>
Date: martes, 28 mayo 2002 21:15
Subject: poesia

 
 

de José Luis rubio Fuentes

a 30 de Junio 02
 
 
 
 
 
 
 

 
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