Humanos
Leo en ellos como en páginas escritas.
Atravieso sus órganos opacos, su piel,
el susceptible hilado de los nervios.
Es lo de siempre, lo de cada época:
rencillas, acuerdos y desánimo. Una cosa
no entiendo: esa oscura,
repentina agitación
cuando recuerdan.
Voy a decirte lo que vi:
sobre la noche cayó el silencio
y cubrió los rostros dormidos,
mientras los perros aullaban
de clarividencia y frío, sumando
al sueño otro sueño.
Recorrí las calles y una luz blanca
desde el cielo lo alumbraba todo,
todo lo volvía visible: las delgadas siluetas
de los árboles tocándose en las sombras;
pasos apagándose de pronto en las esquinas; y
los duros hombros de las casas, unos contra
otros apoyados, dándose ánimo.
Sólo el miedo daba al sonido de mis pasos, eco.
El vacío del mundo.
Un grillo haciendo sonar sus alas.
Los brotes nuevos, bajo tierra, tocando
la música más maravillosa
que yo hubiera oído.
Algo clama por la atención del gato
que, desde su somnolencia, se yergue
y husmea el aire; como en el resto
de las cosas esenciales,
no hay nada allí que nosotros
podamos ver.
Fuera de esta habitación,
los perros inician su inacabable
perorata nocturna, los gatos se hacen
uno con el muro y crece, en el mundo,
una jerga animal que no me es extraña:
sube por tus ojos antes
de tocar mi cuerpo.
Muerte
Sueño en el que
las ovejas saltan
y saltan
y saltan
Los lamentos, las sirenas,
los disparos,
son el sudor de esta
noche ardiente.
Los lamentos.
Las sirenas.
Los disparos.
Dios respira con dificultad
en la cama de mis padres.
Padre
Fuerte, sonriente, con árboles
en segundo plano. Pareciera que
mueve la mano, queriendo decir: ¡ya
vas a ver!. Pero, no puede alcanzarme.
Está detenido en esa foto.
Y morirá muy pronto.
¿Quién se acerca
desde el vibrante labio del horizonte,
protegido por la cegadora luz blanca?
Quisiera creer que todos lo ven,
y lo esperan. (Pero ¿por qué lo pienso
en masculino? ¿Acaso mi mente puede leer
lo que se acerca y cuando esto es poderoso
lo imagina hombre?)
Miro a los costados,
nadie parece compartir mi digresión,
esta ansiedad, el aire de temor.
Se mueve detenido por la lejanía.
Aquí, en este lugar de la espera,
todo sigue igual: casas y tumbas se
chupan a los seres con igual codicia;
la piel se enciende en los sueños,
los sueños se acaban cuando empieza el día,
el día termina apenas abiertos los ojos.
Pero, ¿cuándo? ¿y ese gesto de los perros,
ese dejo de terror? Parecieran tener cajas en
la lengua y un movimiento
continuo en la cabeza
(dentro de la cabeza).
No hay nada: ni cámaras ni música ambientando
el final feliz. No hay final feliz.
No hay aliento, no hay afuera,
no hay siquiera UN intento
por anonadarse
con éxito.
Y quien viene,
sin llegar.
Entre morir
o vivir, elijo
callar.
DEL LIBRO „LA PASAJERA DE ARENA‰, TIERRA FIRME, 1992.
Sappho
de los bosques tenebrosos
llevo lo sombrío
de la tarde soleada
su posibilidad nocturna
Vasca
desviada
desviada
sigo
por el camino correcto
Acaricio su rostro con el pie.
Su piel es fresca,
aún cuando afuera
puede oírse el alarido del aire
incendiándose.
Ahora interpone su cuerpo
entre la lámpara
y esto que la mira,
entonces la luz es una forma,
una delicada ondulación de la carne,
un eclipse presentido
y esperado por siglos.
3er mundo
El aroma de la carne asada
socava el mediodía de
los míseros,
enloquece sus glándulas
y, como los animales de Pavlov,
se agitan por más
cuando nada ha habido.
Las moscas,
inevitables en el verano,
como el calor que sofoca
al envolvernos en su membrana
sudorosa y anodina,
los frutos henchidos y rojos,
descomponiéndose en la acera,
y -enlazados por el talle-
las parejas de enamorados
que habrán de odiarse
el próximo invierno.
Insomnio
un tic tac, en la penumbra,
un ladrido lejano,
el sonido de los ojos
que ruedan por la habitación
como canicas hambrientas.
Hamurabi
al goce sensual esquivo
es necesario hacerle
justicia por la propia mano.
El ómnibus cruza el paisaje,
como una flecha incontrolable;
en su interior,
la pasajera de arena
culmina una nota de adiós
y abre la ventanilla.
> Amiguitos Salvajes, me tomé el atrevimiento (¿cómo vivir sino? de mandarles poemas que me pertenecen (?¿¿). Me llamo Macky Corbalán, nací en Cutral Co (provincia de Neuquén, Patagonia Argentina), un día de sol frío, hace ya mil años (39 en realidad). Me publicaron dos libros, pero eso no es lo importante, lo importante es que los poemas me exigen más y más lectores y bueno... he de darles lo que desean.
Un abrazo salvajísimo, Mac.
Mi mail es piedradelocura@yahoo.com.ar
MACKY CORBALAN, mujer poeta nacida en Cutral Có, ciudad de la provincia de Neuquén (Patagonia Argentina), en 1963. Participó de los grupos „Coirón‰ y „Poesía en Trámite‰, dos de los movimientos poéticos más importantes de la Patagonia Norte de Argentina. Publicó „La Pasajera de Arena‰ (Libros de tierra firme, 1992) e „Inferno‰ (Libros de tierra firme, 1999). Ha participado de numerosos encuentros literarios, dicta talleres de poesía y realiza traducciones de autores norteamericanos, en especial la poesía de mujeres estadounidenses (Anne Sexton, Louis Glück). En 2000, fue una de las fundadoras del proyecto Casa de la Poesía en Neuquén, que aún sigue trabajando por la difusión y el crecimiento de la poesía patagónica.
de Macky Corbalán
a 30 de Septiembre 02