Arcadas abiertas en la boca del metro sin suspensión de gentes ni de narcotráfico escrito todo en el suelo descrito casi todo en los accesos de cristal cerrado como el granito de los páncreas más verdes de candados sin la llave en los armarios callados . Teflón sucio de la silicona raída. Y sin embargo hay gente que dice que se enamora. Pobreza a base de deudas contraídas por la desazón de una sociedad desnuda,
comas y puntos de amarillos calzones de orina concentrada en los meses que dura
el aplazamiento del pago del alquiler embadurnado de ginebras ,
veredas eternas de cerveza,
retretes de salchichas con mostaza sucia por el pitorro que , solidificado,
no deja chorrear nada más que agüilla. Y luego, que son baratos los DIAs.
Y sin embargo hay gente que se enamora.
Yo también vomito, tú no sabes nada, mis amigos me gritan borrachos .
Y sin embargo hay gente que se enamora.
Mi habitación huele a tabaco chupado, a restos de pelotillas de los espacios interdigitales de los pies, a sobaco de fritanga de los bares , génesis de mis camisas,
grito por las noches y sueño con gordas a menudo.
Y sin embargo hay gente que se enamora.
Con lo que queda demostrada la teoría de la relatividad.
Avispas a cientos se han enredado en mis orejas día a día, sin molestarme, haciendo carantoñas en mis ombligos.
Cuando vengan los soldados y no pueda callarme de rabia echaré la culpa a las niñeras amables de otro mundo que han cuidado mis manglares verdes de carmín y montaditos de lomo. Pican los bichos como si miel tuviera en mis espaldas deformes, de aguantar los aguijones , los borbotones de pus que me ha regalado la esperanza esta de avispas.
Bajé a los sótanos tapando las salidas
esperando cerebros intrépidos
y no encontré salvación,
sólo abrían los domingos.
Amé sin preguntar
y al poco tiempo
había un juez
delante de mí,
queriendo saber de mi amor.
Bebí sin parar
me drogué para escapar de la ansiedad
y
me duele la médula
por la falta de concentración,
por la falta de memoria, por la parálisis vital.
Compré un pisito a las afueras de Madrid
y ahora me aburro en él.
Mira que no vuelvo a hacer nada
para no tener que lamentar olvidos, odios, malestares y de otros la pujanza.
Están cerca los mundos del caracol
con un interior relleno de quehaceres
y un objetivo atascado con pasados.
El betún de las aceras se hace papel
conquistando ascensores de césped
agotando las miserias
de una ciudad sin carteles.
El caracol se ha dormido ,
olvidó en los espejos
la credencial del futuro.
Ciudad,
qué ironía de la casa.
Del deseo,
qué poco hay del deseo,
qué poco hablas del deseo.
No hay más allá del deseo,
ni del hambre. Después del hambre nada, ni filosofía.
Del deseo, los sueños abortos y proyectos
las quinielas,
los culos,
las tetas,
las pollas,
las caras,
los billetes,
las drogas,
los diseños de futuro,
los coches y los viajes,
restaurantes playas cenas de abril en camisa sexy.
Qué calor produce el deseo.
Quien mirare a su mujer con deseo ya estará cometiendo adulterio.
Así está la mazmorra, llena de infelices pecadores sin redención.
No es el amor lo que me lleva descalzo
si no las suelas duras de este asfalto
que quema.
La carga del material se hace llevadera
en mis espaldas.
No me dejan oler los caminos los que han llovido flores muertas
y me traen carroña de lejos para morder
sin dientes ni primaveras.
Me duelen las muelas de esperar a las hadas sin aliento.
En los estrechos hay kilómetros de sal
para que no me niegues los cristales que dejaste
en mi cama,
tan dulces como las alas
tan duros como las tejas de los centenos.
Mari Carmen no ha venido a la fiesta,
se quedó con mis caracolas.
Dice Jorge que para esperarme,
pero yo sé que ha sido para
cuidar de mis caracolas,
porque solas dan mucha pena,
en el salón.
Y ella oye el ay del vacío.
En el parque se juega,
en las peceras se espera
a nada.
Esa es la fiesta que tuvo ella,
mirar y pensar,
sin poder jugar.
Volví y la vi allí,
mirando a las caracolas,
oyéndolas.
Una isla es una lágrima
que escuece siempre al continente.
Una isla es un escape de tierra
lejos de ti.
La tierra es una gota salpicada de la galaxia.
La Luna es la pupila de un dios tuerto.
Somos agua.
aNÚMEROS, NÚMEROS.
No existe el amor, existe la necesidad.
Yo no he podido pasar siete finales de año,
siete carnavales sin tu sorpresa,
ochenta y cuatro meses,
cuatrocientos dieciséis domingos de sol,
dos mil quinientos cincuenta y cinco días,
sesenta y una mil trescientas veinte horas
sin oler tu piel.
Rompe despacio los vasos de la mesa
sin ensuciar nada
como si escupieras limpio en un acantilado,
agrede sin sangre pero con rabia
como para llenar de silencio el comedor,
puesta la mesa de ganchillo,
llena de platitos de sepia con ajo y perejil,
escóndete luego de asustar
y mójate los labios.
Relame ayer como hoy a tus hijos,
qué rico el chocolate de después.
Estrella contra el aparador que nos regaló tu hermana
otra vez los lavafrutas
y no me mires de reojo,
que la familia tiene esas cosas.
Violencia a los postres.
> Hola, gracias por existir.
Necesito que alguien me diga si de verdad merece la pena que siga escribiendo,
aunque a mí me gusta. Un abrazo.Manuel de Madrid.
de Manuel Osuna
a 30 de Mayo 02