estoy en los caminos
 

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Lee con los ojos 
de la esperanza,
sentado,
en la voz de todas las libertades.




EL PATIO DE LOS TIEMPOS.
 
 
 

Estoy en los caminos,
los vientos en color se duermen sin sueños.

La inquietud de rompientes
de sal oscura
entre los pasos ignorados de los sin destino.

Un silbido de desiertos,
un silencio con palabras de pasados ausentes, sendas sin nombre
olvidadas de huellas,
¿porque he de esperar el beso?.

De las pasajeras voces, 
del vuelo de una paloma,
en el piso de abajo se han quedado, 
sin vecinos de alas blancas.

La inquietud del portero, 
arrastra unas llaves de silencio.

Pretende contarme de las voces del tercero,
le digo, 
con la voz de una mañana extraña,
que no estoy.

Pero el perro testigo de todas las sombras
me grita cantos de otras farolas.

Me he quedado dormido
en la mitad de una mirada, 
en una sonrisa de lluvia 
viajé a lo imposible,
y de pronto comenzó el fuego. 

Me aparté del todo
y comí el viento caliente.

Seguí caminando con pasos de vuelo,
y deje que la razón 
me divirtiese sin sonrisas.

No deseo para nada el viento en la vela.
 
 
 
 

PARA EL VIAJE IMPOSIBLE,
NINGUN SALVACONDUCTO
NI RAZON IMPORTA.

No deseo los pensamientos,
que trascendiendo,                                           
por los olores petrificados de la existencia,
van a alguna parte.

Los vacíos de atrás y delante se ríen cautivos
de su propia agonía,
me han puesto por azote una camisa. 

Para mi agonía, que mas me da,
mañana no habrá voz de luz

Pero el amor se seguirá agarrando
a todos los diccionarios,
insultará a la viudedad de las verdades
y pasará los ojos de los puentes,
remando, con las llagas del dolor sin nombre.

Estoy entre los gritos de los sin tierra, 
mientras, los de la casa grande
sueñan mas caminos. 

Aquel que grita voces de tripa sin sabores 
no ríe, amargo frío de los sin techo,
 
 
 

La mano pequeña se alza sin lápiz,
en el arrollo 
nadie encuentra su huella, 
es tan pequeña!,
o acaso cruza con pasos de viento.

No sabe de leches,
ni en el polvo de las sobras pudo mirar.

De los cinco dedos de sus pies,
ninguno nos podrá hablar de rozaduras,
vivieron...,¡viven libres!, amigos del frío.

Aquella esquina sucia, de olor a colas, 
me está contando historias.
He de irme a recoger las sombras de un olvido,
se cuenta que es hijo de no se quien,
pero el anda emparentado
entre los gritos
de los automóviles, el otro
esta hermanado en el barro africano,
bebe noches sin mañana,
le llaman hambre y esconde soledades 
que los libros ignoran.

Me he cruzado con un recuerdo sonoro
de plomo de muerte,
se que tenía nombre
y que alcanzó su destino.

Pero el padre que lloraba no supo indicarme
en donde quedo la llaga.

El que dispara, con su rabia, 
se bautizó a golpes de cañón, ¡perdón!,
quería decir de misil. 

En el rellano de los gobiernos 
se erige el escribano de sus infectas gestas.

Durmió solo entra las glorias, ¡perdón!,
solo no,
acompañado de los almidones y de las sombras,
de los dedos gatillo y el uniforme.
 
 
 

El libro de los libros decía,
el muerto era un salvaje,
pero fue descubierto por el color rojo
de los abecedarios.

Ya estoy en las perdidas ilusiones,
los ojos de leer se ha marchado
a los universos de la confusión.

¡Oye amigo! necesito tu mano para cruzar la risa,
disimula para que no insulte
debemos gritar la rabia,
¡disimula, amigo, la risa!.

He bajado la escalera 
para buscar al vecino de las limpiezas, 
no estaba SALIO,
la voz que no huele me ha dicho que no busque, 
que el limpiador de heridas fue a las Bahamas.

Me he acordado de los días de esconder las ideas,
correr las sombras era hermoso.
 
 
 

Las manos blancas de letras
se agotaban en el grito de todos los verbos.

Estuve con hombres que,
gritaban en todos los silencios,
corrían en todas las oscuridades, 
juntos, sin nombre y sin rostro, 
de las manos con las manos,
el aliento entonaba canciones de libertad y miedo.

En el anden estaba acurrucado sin alma
asustado ante la ausencia,

El pájaro de los golpes
estaba posado sobre la salida, vestido de verde
entre el terror y el horizonte.
 
 
 

Me llame hacia adentro, debía volar
alto muy alto sin pies de tierra,
debía volar, volar,
me vestí de silencios y pase al patio 
de los infinitos.

En los andenes del grito 
me confundí, disfrazado de nadas,
que burlado quedó el destino
que me tenía otros planes anunciados.

Entre los caminos de la huida 
me perdí, me ignoré a mi mismo,
siete veces me negué y otras tantas me mentí.

En los caminos sin nombre me perdí 
y en otros sin voz reposé.   

De la sombra protectora, el recuerdo
se queda fundido en el sueño.

La luz de un reposo, el abrazo del amigo,
otra ventana se abre al paisaje.

Del amor no deseo huir y que mas da
si reposo un momento,

Los ojos recogen los vientos viejos,
pero se sienten huidos un instante
ante el acoso de las lágrimas.

El paisaje sigue triste. 

La llama sigue comiendo el árbol.

De nuevo el  grito canta sin sueño.

La perversidad de los amos
sigue en la trágica noria de la sangre.

¡MADRE, MADRE, TENGO MIEDO
 
 

MADRE, TENGO MIEDO.!

El silbido del fuego canta su aria,
los vientos bailan aterrados,    
todas las esquinas son ausentes
nadie advierte a la vida.

El del cuarto pide trabajo,
se acompaña por el vecino mudo
y como pasan inadvertidos,
en la vuelta son insultados
por el hermano y el hijo.

De la mesa arrugada de vacíos
el poeta no habla,
el hambre le perdió los tonos.

Para que se inventaron las digestiones
si no quedaban entradas
en la taquilla del pan.

Se quedó quieto en la tarde, sentado
en el banco de los pensamientos
el mismo que se utiliza en las esperas.

Me parece que fue utilizado una vez
por el guardia de la esquina.

Miré la luz de poniente y abrí el libro
por la pagina ciento doce.

El Sr. X estaba en una fiesta y conoció a la Sr. P.
le cedió la silla y ella le sonrió ruborizada.

De nuevo me encontré 
con el vecino del primero, andaba solo,
se perdió, en el aire, el saludo
y comprendí su rabia, se le 
escapo la vida del alma entre los tabiques.

Las páginas de las soledades
se escribieron para el.

Desconoce si fue el guardia del banco,
o fue cualquier vecino vestido con el mismo fuego.

Del hijo perdido en la corrida 
por una avispa de plomo y odio,
un cartón en la cómoda, con una imagen
desgastada por los besos,
es la única luz de sus extraños días.
 
 
 

En aquel extraño paseo
me pisó la sombra del templo,
la enorme huella me aplastaba, en la huída
la larga cadena de promesas vacías
y de oscuras verdades me aprisionaba, 
su copa de tóxicas intenciones, recorría 
los laberintos del pensamiento.

Me quedé inmóvil, el vecino del sexto
lloraba desconsolado, agarrado a las frías piedras
mordía, con dientes de lágrima,
la cruz de las promesas.

Con sus manos de dolor se agarraba,
a los hierros de fuego donde torturaban al hijo,
y mientras, dios rondaba los mármoles
de la casa del amo.

En las ramas bailaban las frescas gotas de agua,
se abrazaban los pinos 
y se susurraban mañanas de amor.
 
 
 

El rosal también existía, 
existían los abetos,
los castaños y hasta los naranjos tenían
presencia en los olores,
en el horizonte se presentía un mundo
posible, junto al llanto
se escuchaba la risa, 
junto a la oscuridad la luz.

En la cabalgata de la muerte negra
el santo oficio, dolarizado, 
guardaba las esquinas.

Salió el hombre a los espacios vacíos
y pretendió guiar su vida imposible,
la atadura DEL HAMBRE le inmovilizó,
de nada sirvieron los ruegos.

Hubo un tiempo que en las tierras del frío 
se repartieron, los dolores y las hambrunas.

Al siguiente día 
cuando el dolor y el hambre
no existían en los diccionarios,
cuando el harapo
se convirtió en piel de marta,
renació el monstruo.

Se despertó la sangre,
y la bestia
salto al patio de la reunión del hombre.

Es la confusión de los olores y las sombras
el mejor amigo de la rebeldía
es el árbol grande.
Al tiro asesino mil manos para pararlo,
 
 
 

Mil pies y un millón de corazones 
navegando en mil batallas.

Es tanto lo que te amo, que sentado
en los laberintos de lo imposible,
camino en los perfumes livianos de tus recuerdos.

Por las muchas ausencias 
amenacé los destinos de mi sangre, 
pero el estrecho afán de tus alas vigilantes, 
fueron tupidos cielos protectores.

La sangre siguió existiendo.   

El destino fue posible.

Sobre los restos del mar
caminan los escasos impulsos,
el naufrago chilla,
pero la tabla salvadora es huidiza.
Todos los naúfragos chillan,
todas las tablas escapan.

El mar, los horizontes son pinceladas,
se que existen los colores del límite.

He de clavar mis manos en su textura de sueño.

Las manos que están perdidas
se encuentran, en los efímeros destinos
del coral de nuestras entrañas.

¿Nacerán los metálicos tonos 
del deseo de triunfo?.

Los hijos de los hijos caminaran en la luz
cuando el amo sea olvidado.

Me han contado, 
las voces de las desgracias,
que de nuevo la PARCA es.

Yace en la cama del poderoso y
los criados, del otro lado,
doblegan sus miserables espaldas
para el beso del barro.

Ni los del frío,
ni los del suave color amanecen.

Se han perdido
en la oscuridad de la rapiña.   

De nuevo el grito que camina 
por las alturas,
el que besa las nieves,
ha vuelto a las páginas del libro.

Los chacales del norte andan sueltos 
¿sabes?,  he avisado al vecino del quinto,
el avisó al portero.

Ya comienzo a sentir el rumor del patio.

Que apresurada es la voz
cuando grita esperanza,
se llenan los caminos de pasos 
en dirección a la batalla.

Que las rosas enseñen las espinas
al criminal jardinero, 
un aliento de tormentas
se arrastra por las playas de asfalto, 
tus luces engañosas se llenan
de niebla, para este ciudadano el oro,  
se ha vuelto invisible.

Los muros del fuego se evaporan
dentro de los decretos,

El niño, se ha puesto a cantar con voz
de geografías verdes.

Los jinetes del tío vivo
corrían por dentro de sus risas.

Alguien puso en mis ojos las lágrimas
del recuerdo.

Dentro de mis soledades,
los dientes sin boca de las ausencias,
me comían las voluntades.

El pensamiento,
me lanzo los recuerdos 
un instante, 
un aliento, 
al vuelo del destino.

De nuevo el paso en la senda,   
seguir, en la batalla, seguir, seguir

En la mano sin dedos
podían pasear los muros,
las paredes, olvidaron las ventanas 
en sus inconfesables cuerpos
de sentimientos de cárcel

El corazón de la puerta
no supo de los camino,
sus pasos eran de entrada
sin dirección de salida.

Huellas de las pisadas de ayer
que marcan con voz de fuego.
 
 
 

En la mañana, 
al camino, 
a edificar patios.

Gritaban los ausentes del miedo,
y mordía un parado un sueño de pan.

De los deseos sin destino,
solo una esquela de seda, encontraron 
esperando al autobús de los vencidos.

Pero el patio estaba lleno y se alzó
renovando el grito.

Todos las batallas perdidas, se archivan,
en las arrugas del sufrimiento.

Y con los aceros de las lágrimas
formamos, escuadrones de esperanza.

En esta plaza los tiempos sueñan 
momentos de eternidades,
preñados con tormentas de victoria. 

Los días son llenos, de todos los deseos,
en las banderas del pueblo, alas.

Sabes, el pobre siempre tiene razón.
 
 
 

Me contó un verso,
que había perdido a su poeta.

Sería el dolor de la orfandad.

Sería una estupidez lírica.

Cuéntaselo al sainete de las tripas
en los atardeceres del hambre.

De nuevo el patio conoció de todas la huellas,
en las nuevas multitudes
estaban los del primero, el quinto y 
hasta los de la casa de enfrente.

Un millón de colores conté
sobre un millón de miradas.

Me perdí entre todas las lenguas,
de un hermoso paisaje de multitudes.

Todos los pensamientos
pernoctando dentro de un solo grito,
 
 
 

OTRO MUNDO ES POSIBLE?.

En el siguiente paso se ahogó la palabra, 
la mordida de la fiera
estuvo en el sueño del justo.
De nuevo el viento
se escondió en los olvidos. 

La mirada de los primeros días
se volvió vieja,
la sonrisa escribió una epístola 
de muros violados

Los caminos del hombre
son historia en el alma de las cadenas.

De sangre es el grito,
del mil veces humillado por la bota.

La fiera amaneció hambrienta,
de sus manos sin corazón
despertaron los tiros.

La sangre, que no conoce caminos,
se perdió en los olvidos sin nombre,
sin resplandores, sin amaneceres.

En la turbulencia del baile de los malditos
el llanto del hambre, 
el grito de la tortura, 
sonaban al ritmo 
de la pisada de los cuarteles.

Todos en la fiesta hambrientos, 
de carne ­ pueblo.

Me ha despertado un sueño.

El pueblo está en la calle.

Los  pies, descalzos, vuelan por los campos
de las multitudes del hambre.

Pintan los horizontes, 
con sus gastados cuerpos.

El color se restituye, la risa amanece,
el niño a encontrado los juegos,

La madres reposan, 
en los ojos de ventanas blancas.

Sentí, en los caminos del retorno,
las palabras perdidas
de otros amaneceres.

Los colores, parientes del recuerdo,
se vestían de todas las emociones.

En el dintel de las puertas
esperaban todas las manos amigas.

Puertas, puertas, 
puertas  tras todas las puertas,
manos, manos, 
manos sobre todas las manos. 

Estoy en los sueños de la ira,
muriendo en el alma
de una gota de sangre.

Desnudo de mañanas, en las últimas soledades,
me ahogo en el grito de las ausencias.

Que solo me siento en la mesa de los dolores!.

El amigo esta preso en sus propios olvidos,
sin luz, perdido entre los recuerdos.

Nada existe hoy, que no produzca miedos.

Nada queda para luego, salvo lágrimas.

El plato de la mañana es oscuro,
el de mediodía me arranca las tripas,
el de la noche me alimenta de horrores.

En la otra calle, 
los aceros de la muerte apuntan
a la cabeza del niño. 
De todos los niños.

La mano de fuego consuela a la madre,
Mientras, 
la tierra muerde sus tiernas carnes.

El viajero de la muerte, del otro lado,  ríe.

La mano que aplaude reza palabras de alambre,
los dedos empalizados secuestran pueblos,
regalando hambre, sembrando ruinas,
robando destinos, naciones y nombres.

¡Ay Israel!, en que templo rezaste la última tarde,
que saliste con las sandalias de la muerte?.

¡Ay Israel!, que corres ciega hacia la nada.

El fuego trae al fuego, 
la sangre a la sangre,
te llegarán los besos de los hijos del odio,
envueltos en los recuerdos del terror.

¡Ay Israel!, porqué te precipitas
a los brazos de todas las muertes?.
 
                                    
 

   
 
 

        
 
 
 
 
 
 

> From: Antonio B. Martínez Ferrer <antonio.mf@telefonica.net>
To: <salvaje@poesiasalvaje.com>
Date: domingo, 9 junio 2002 14:29
Subject: para editar en pensavientos de alga

Os mando unas poesías para que, si lo estiman, las editen. Os agradecería que si no las editan me lo comuniquen. Hace unos días os mandé estas mismas poesías, pero no sé si lo hice correctamente, pues soy un principiante en lo de la informática. Gracias por atenderme. Un saludo REBELDE. 


 
 

de Toni M. Ferrer

a 30 de Junio 02
 
 
 
 
 
 
 

 
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