Puntos de referencia ­ Henri Michaux 
 

(Poteaux d´angle. París, L´Herne, 1971). 
Traducción de J. Escobar. 
 
 
 
 

La lucha para la que te tienes que preparar es una lucha sin cuerpo, una lucha a la que te puedas enfrentar en cualquier circunstancia, una lucha abstracta que, contrariamente a las otras, se aprende soñando. 

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Aprende solo con reservas. 

Toda una vida no es suficiente para desaprender lo que, ingenuo, sumiso, has dejado que te metan en la cabeza -¡inocente!- sin pensar en Icnwgncias. 

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Aprende tus defectos, no tengas prisa. No se te ocurra corregirlos a la ligera. ¿Qué pondrías en su lugar? 

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Conserva tu mala memoria. Tiene alguna razón de ser, indudablemente. Conserva intacta tu debilidad. No intentes adquirir nuevas fuerzas, sobre todo aquellas que no están hechas para ti, que no te son destinadas, de las que te preservaba la naturaleza, preparándote para otra cosa. 

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No se ha llegado a la luna porque se la admirara. Sino hace milenios que se habría ido. 

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El lobo que comprende al cordero está perdido, se morirá de hambre, no habrá comprendido al cordero, estará engañado sobre el lobo... y le queda por conocer casi todo sobre el ser. 

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Para ti S. Es un imbécil. Cuidado. 

Imbecilidad, "de referencia". Demasiado satisfactoria. Ante todo, tu propia imbecilidad es la que hace que la imbecilidad del otro te resulte tan completa. 

Sin embargo, es superficialidad. No tiene más que tu sustancia. 

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Dejas que naden en ti, que habiten en ti, que te moldeen, ¿y quieres seguir siendo tú mismo! 

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No, no hay que adquirir. Tienes que viajar para empobrecerte. Eso es lo que necesitas. 

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Piensa en los precedentes. Han marchitado todo lo que han comprendido. 

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Todo pensamiento, pasado algún tiempo, se detiene. 

Piensa para escapar; primero, de sus pensamientos sin salida, después de tus pensamientos sin salida. 

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Realización. No mucha. Sólo la necesaria para que te dejen en paz con las realizaciones y puedas así, soñando, para ti solo, entrar pronto en lo irreal, lo irrealizable, la indiferencia por la realización. 

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Ve hasta el cabo de tus errores, por lo menos de algunos, para que puedas examinarlos bien. Si no, al detenerte a la mitad del camino, volverás siempre a repetir ciegamente el mismo género de errores a lo largo de toda tu vida, cosa que algunos llamarán tu "destino". Obliga al enemigo, que es tu estructura, a desenmascararse. Si no has podido torcer tu destino, sólo habrás sido un apartamento alquilado. 

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Al que no ha sido odiado siempre le faltará algo, es una invalidez corriente entre los curas, los pastores y los hombres de ese tipo, hombres que a veces parecen terneros. Les faltan anticuerpos. 

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A falta de sol, aprende a madurar en el hielo. 

 

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Si trazas un camino, ¡cuidado!,te costará trabajo volver a campo abierto. 

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Un bebé cocodrilo, al salir del huevo muerde. Pero un bebé tigre, sediento de leche, ávido de un cuerpo cálido y amistoso, quiere ante todo amar y ser amado. Poder mamar es la primera inocencia de los mamíferos. Luego se produce una reconversión brutal. 

Pero ahora todo es dulzura. ¡Ay del tigrecillo si oliera a cordero! 

Afortunadamente huele a tigrecillo. Por eso puede frotarse confiadamente contra las patas terribles, mordisquear, molestar, importunar. No corre ningún riesgo. 

Pero basta ya de juegos. Madre tigre le rechaza. Ahora ella va a beber. Sólo con verla acercarse al agua le damos la razón en todo y se la quitamos a la vaca, a la cierva, al gamo, a los herbívoros. Solemnemente, religiosamente, dispuesta a todo, se acerca al pilón. El fuego de su sed sacraliza al agua. Una vaca, aunque esté muerta de sed no puede beber con grandeza, con consideración. Hay un registro que le ha sido negado. Siempre irá a beber como una vaca. 

Sin embargo, lo que la tigresa hace, sea lo que fuere, es importante. 

Más que una Reina, parece un Rey, un Rey que ha tomado un asunto en sus manos, un Rey que al mismo tiempo fuese un "duro". 

Pero en la jaula todo es privación y el agua del pilón proviene de un horrendo grifo herrumbroso, pero el tigre está por encima de la necesidad. La necesidad es cosa tuya, la necesidad y la agresividad, ese lamentable remedo de la audacia. 

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¿Qué hacer con la sed en un país sin agua? 

Convertirla en orgullo. 

Si es que el pueblo es capaz. 

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Siempre quedarán algunos hechos sobre los cuales hasta una inteligencia rebelde, sabrá, para tranquilizarnos a sí misma, hacer unos secretos y sabios ajustes, pequeños y tranquilizadores. Busca, pues, busca e intenta detectar al menos unos cuantos de esos ajustes que, subyacentes, equivocadamente te consuelen. 

 

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Pase lo que pase, no te permitas nunca -¡suprema falta!- creerte un maestro, ni siquiera un "maitre à mal penser". Te queda mucho por hacer, muchísimo, casi todo. La muerte recogerá un fruto todavía verde. 

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Esquiador en el fondo de un pozo. ¡Silencio! 

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...Tontos por haber sido inteligentes demasiado pronto. 

Tú no te precipites hacia la adaptación. 

Mantén siempre una reserva de inadaptación. 

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Nunca has comprendido del todo a los hombres. Tampoco les has observado nunca de verdad ni amado o detestado a fondo. Sólo les has hojeado. Acepta pues que, también tu, hojeado por ellos, no seas más que hojas, algunas hojas. 

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Para cada nuevo saber se necesita un obstáculo nuevo. Procura periódicamente suscitarte obstáculos, obstáculos para los que deberás encontrar un quite... y una nueva inteligencia. 

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Para cada época futura cuenta con una tontería de recambio. Es raro que falte y que en cada época no haya una tontería que le sea propia. No tardarás en darte cuenta de que no te has equivocado. 

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Recuerda. 

El que adquiere, cada vez que adquiere, pierde. 

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¡Cuidado! Hay que realizar la función de rechazo en la etapa deseada; si no, ah, si no... 

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Ártico por el frente. Solo por el frente. 

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Conserva el ectoplasma suficiente para parecer "su" contemporáneo. 

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El sabio transforma su cólera de manera que nadie le reconozca. Pero él, como es sabio, la reconoce... a veces. 

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Veamos: ¿no tiene demasiada tensión para ser modesto o es que eres demasiado inmodesto como para que tu tensión disminuya alguna vez? 

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La vida, la utilices como la utilices, transcurre, se va, sólo es larga para quien sabe vagar, ser perezoso. En el umbral de su muerte el hombre de acción y de trabajo se da cuenta ­demasiado tarde- de la natural extensión de la vida que él también hubiera podido conocer si hubiera sabido abstenerse de tan continuada intervención. 

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Oye, la reja del arado no está hecha para el compromiso. 

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Palabras, palabras. 

 

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El hombre que supiera descansar con el cuello apoyado sobre una cuerda no sabría cómo utilizar las enseñanzas de un filósofo que necesita una cama. 

 
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Lo que has estropeado, lo que has dejado que se estropee y que te molesta y te preocupa, tu fracaso, es precisamente eso mismo que, como no duerme, es energía, sobre todo energía. ¿De qué te sirve" 

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Dobla con dificultad las rodillas, sus pasos no son muy grandes, pero recibe mejor cualquier rayo aquel que nunca ha sido discípulo. 

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No dejes que nadie escoja tus chivos expiatorios. Son cosa tuya. Si coinciden con el chivo expiatorio de otro, o de diez otros o de muchos más, cambia de chivo. No puede ser el tuyo. 

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¿Qué destruirás cuando, por fin, hayas destruido lo que querías destruir? La barrera de tu propio saber. 

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Si el sufrimiento desprendiera mucha energía que fuera directamente utilizable, ¿qué técnico vacilaría en mandar que la captaran y que se construyeran instalaciones para ello? 

Con palabras como "progreso", promoción, necesidades de la colectividad cerraría la boca a la pobre gente y conseguirías la aprobación de quienes, por encima de todo, pretenden dirigir. Puedes estar seguro. 

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Un científico siempre estará más seguro de sus sentimientos si son de algún tipo que comparten generalmente las lombrices, los icneumones y las ratas. 

Pero tú no cuentes con ese tipo de permisos. 

Ten confianza en todo lo que sientes, aun cuando seas el único en sentirlo. 

Las ampliaciones vendrán bastante pronto y también las disminuciones. 

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En una sociedad muy civilizada, para que la crueldad, el odio y el dominio puedan mantenerse, es esencial que se disfracen, que recuperen las virtudes del mimetismo. 

Disfrazarse en su contrario será lo más corriente. Efectivamente, así el rencoroso, pretendiendo que habla sólo en nombre de los demás, podrá desmoralizar, machacar, paralizar mejor. Bajo este aspecto, deberás esperarlo. 

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En la cámara de tu espíritu, mientras crees que estás consiguiendo sirvientes, probablemente seas tú quien te vayas convirtiendo cada vez más en un sirviente. ¿De quién, de qué? 

Pues bien, busca. Busca. 

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Si los platillos volantes existieran, a algunos que todavía creen en ello con verdadera pasión, les quitarían la esperanza cada vez más vana, que la ciencia fue un desgraciado error de orientación de algunas personas sobre este planeta y que hubiera podido no producirse. 

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El pensamiento antes de ser obra es trayecto. No te avergüences de tener que pasar por lugares fastidiosos, indignos, que aparentemente no están hechos para ti. Aquel que para preservar su "nobleza" los evite, siempre parecerá que su sabiduría se ha quedado a medio camino. 

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Al captar, habrás captado ineludiblemente algo más. Ese excedente es lo que no puedes ni sospechar y del que nada sabes ni sabrás nada o casi nada hasta pasado mucho tiempo, hasta que la época, posiblemente toda la época, haya pasado y haya sido superada. Entonces será tarde. Sí, muy tarde. 

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Puedes estar tranquilo. Queda algo limpio en ti. No has podido ensuciar todo en una sola vida. 

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La culebra que se enrosca en torno a un ratón, no lo hace para jugar. Lo hace ­tras la subsiguiente ingestión- para proveer a su organismo de grasas, prótidos, sales minerales, asimilables, etc. Claro, claro. Pero seguramente la respuesta que se da a sí misma la culebra es mucho más bella, más emocionante, más digna, más excitante, más ceremoniosa, más sagrada y posiblemente mucho más "culebra". 

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La piedra no ha recibido el don de la respiración. Prescinde de ella. Tiene que entendérselas con la gravedad. 

Tu tendrás que entendértelas más bien con los "demás", con muchos "demás". 

Por lo tanto, considera a tus compañeros de estancia con discriminación, trata a las rocas de una manera y a la madera, a los gusanos, a los microbios de otra, y a los animales y a los hombres de otra totalmente distinta, sin confundir nunca a los unos con los otros y, sobre todo, sin confundirlos con esas criaturas a quienes la palabra parece que les ha sido dada principalmente para que consigan mezclarse con la mayor cantidad de personas posibles, entre las cuales, creyendo comprender y ser comprendidas, aunque en realidad apenas son comprendidos y son tremendamente incomprensivos, se sienten a gusto, contentos, expansivos. 

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Si tienen una sensibilidad de cisterna, no transijas con una sensibilidad de roce. 

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Eres contagioso para ti mismo. No dejes que "tú" se apodere de ti. 

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Una cosa indispensable: tener sitio. Sin sitio, no hay benevolencia. No hay tolerancia, no hay..., ni... 

Cuando falta sitio, se produce un único sentimiento muy conocido, y la exasperación es la insuficiente salida. 

Con más sitio puedes tener más sentimiento y más variados. Por lo tanto, ¿por qué has de privarte? 

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¿Estás preparado? ¿Qué haces contra la abundancia? 

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Si el nerviosismo general que hay en las ciudades produjera canicas, canicas que rodaran por las calles, acumulándose en las más estrechas, cayendo por las escaleras con un ruido monótono y sordo en los edificios más elevados. ¿No sería eso más sano, más real, más adaptado? 

Sin duda, traería algunos problemas. ¿Pero no es precisamente la labor de los cerebros humanos pensar en los problemas? 

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En el reverso que parece el anverso, en el corazón de una presa sin empresa, a lo largo de las horas, en la orilla de lo indefinidamente prolongado del espacio y del tiempo, engaña-exteriores, engaña-interiores, engaña-bobos, dí ¿qué haces? 

¿Qué eres, noche sombría, en el interior de una piedra? 

 
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El muerto y la luna 

(Cuento Sandé) 

Un anciano ve un muerto sobre el que caía la claridad de la luna. Reúne gran número de animales y les dice. 

-¿Cuál de vosotros, valientes, quiere encargarse de pasar el muerto o la luna a la otra orilla del río? 

Dos tortugas se presentan: la primera, que tiene las patas largas, carga con la luna y llega sana y salva con ella a la orilla opuesta; la otra, que tiene las patas cortas, carga con la muerta y se ahoga. 

Por eso la luna muerta reaparece todos los días y el hombre que muere no vuelve nunca. 

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El género humano 

(Cuento Mossi) 

Tres hombres comparecieron seguidamente delante de Uendé a exponerle sus necesidades. El uno dijo: Quiero un caballo. El otro dijo: Quiero perros para cazar en la espesura. El tercero dijo: Quiero una mujer para regocijarme. 

Uendé les dio todo: al primero, su caballo, al segundo, los perros, y al tercero, una mujer. 

Los tres hombres se van. Pero sobrevienen lluvias que les tiene tres días encerrados en los matorrales. La mujer hizo la comida para los tres. Los hombres dicen: volvamos ante Uendé. Llegan allá. Entonces todos le piden mujeres. Y Uendé accede a cambiar el caballo en mujer, y los perros también en mujeres. Los hombres se van. Pero la mujer sacada del caballo es glotona; las mujeres sacadas de los perros son malas, y la primera mujer, la que Uendé había dado a uno de ellos, es buena: es la madre del género humano. 
 
 

poesía salvaje


 

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