El santo Sagrado soy, alado soy, ligero,
pero los cerdos no oyen y los sordos no ven.
Me arrebato de Dios, me levito de sombras,
me suicido y espero al tren
como si estuviera solito.
Leo a los poetas
(los rapsodas, los delicados, los negros,
los maricas, los idiotas de Dío,
los publicistas) y me vomito
sobre el vómito de sus voces.
Me río del coro
mefístamente
y danzo en un pie en la cuerda floja
de la soledad, del espanto.
Caigo y me mato (me sueño, suspiro).
Soy feliz por haber caído.
Caigo y me burlo.
Caigo a la hora de caer,
me masturbo a la hora de la misa,
me meso en mi sillón vacío,
en la luna me meso, en los columpios.
Orino sangre de Dios (ya era hora)
y golpeo mi falo
en las espinas,
en la hostia,
en lo sagrado mío
y salpico a las niñas con sangre,
este es el cuerpo eterno,
fugaz, inútil,
que por vosotros es partido,
por ustedes picado,
quebrado, masticado.
Estoy solito.
La niña canta y se masturba,
y yo escupo mientras sueño,
mientras aguardo el tren
entre la muerte y las uvas.
Estoy sagrado. Estoy alado.
Me huelo y mi hedor es de rosas que no caen,
de rosas que no sueñan,
de rosas que no son.
Soy hermoso,
casi santo,
como si me hubiera disparado a la cabeza.
*****
15 d'enero del 2002
Nueva York
Dios orina...
Dios y yo orinamos
sobre la bandera norteamericana,
pero Dios orina infinitamente...
Dios orina sobre las Torres Gemelas
como un bombero. Orina
com'orino en el infierno.
Dios orina sobre Afganistán.
Orina Dios desde mi carne y
orino yo desde la carne suya.
Eucarísticamente Dios orina
contra el cáliz y orino yo
tímidamente
contra la copa de vino.
Mi vino es azulmarino
como tus besos y tu saliva de más sed
(de bésame más, de suéñame siempre)
y vuela en mi boca para descubrir
que es mariposa.
Dios tímidamente es alto y
extiende las alas de la muerte.
Dios se burla del ateo y del sabio
cuando juega ajedrez conmigo en el espejo.
Dios es tontamente bueno
y besa de amor
las navajas, los clavos y las rosas.
Dios es oscuro como un sueño. Dios
besa como quien lee un disparo,
o como la muchacha que se tanga
entre las aguas y el ocaso.
Dios y yo orinamos
sobre la bandera norteamericana,
pero Dios orina infinitamente...
*****
26 de diciembre del 2001
Nueva York
Antipoema de amor
para los días oscuros
"...los que persiguen al
poeta, los que
le roban el trabajo y la
ternura, los que
lo empujan a la angustia y
los que lo entregan a la
muerte, todos, sin
excepción, conspiran contra Dios."
Darío de Dies
Tu silencio me ignora, me censura,
me desplaza, me despolitiza:
pez muerto del alma,
voluntad muerta, deseo muerto.
El silencio es miedo a la locura
del que grita en el poema.
El silencio es la huida,
una forma d'esconderse en los "emilios",
una forma d'esconderse en el sofá,
en los baños,
en los ovnis de Dios,
o en los orines de las madres.
Sufro. ¿Sabes, acaso, que sufro?
El silencio es una casa vacía, oculta, muerta,
(un día vacío, añejo, un sueño vacío).
El silencio es un gargajo
--mariposa aplastada, muchacha aplastada,
poeta molido: alma molida--
contra el espejo de los asesinos.
El silencio es la calle sucia del alma
que nadie camina hasta la muerte.
El silencio es el adiós
de alguien que no ha partido todavía.
El silencio es la paranoia
del que no posee palabras
para venderlas en los mercados de la muerte.
El silencio es un ruido de ratas.
El silencio es un plagio.
Es la mierda en la mirada de los niños.
El silencio es una enfermedad de la salud
(o una salud de la enfermedad que no lo sabe).
El silencio es la paranoia de los poetas
que charlan idiotamente
en la nave de los locos.
El silencio es el espejoloco
(la madre loca, el sueño loco, el ego loco,
el que sufre ajeno,
prestado, oculto).
Estoy sufriendo en una esquina y
paso y no me reconozco.
Todo lo que digo es falso,
y todo lo que digo es cierto.
Porque la locura
no puede ser superior a la poesía.
La política no puede ser
superior a la poesía,
ni la razón, ni el misticismo, ni la muerte
pueden ser superior a la poesía.
(Y Dios no puede ser
superior a sí mismo en el poeta.
Dios no puede ser superior a la nada de su boca.
porque Dios no puede ser no-ser
de su carne en el madero.)
La poesía,
como un loco que aúlla
en mi camisa de fuerza,
se hospeda como una geisha en el poeta.
El silencio es fetichista:
un zapato de mujer en la coqueta;
un guante de mujer en el sarcófago,
una media de mujer junto a las copas.
El silencio es la sustancia del miedo. El
silencio de un poetastro ignorando a un gran poeta,
un philósopho ignorando a otro sophista.
El silencio es vómito acumulado,
muerte acumulada,
Dios acumulado
inútilmente en la despensa.
El silencio es un muerto
que no ha sido enterrado todavía en los cubiertos.
El silencio es un entierro,
una ejecución que se ha pospuesto
inútilmente.
Es una fiesta suspendida por lluvia.
El silencio es una desgarradura del cuerpo,
aunque algo desgarre suave por el alma.
Sufro. Creo qu'estoy sufriendo
en el silencio de ustedes.
Porque el silencio es el electroshock de los buenos
(de los famosos, de los héroes).
Por eso grito tiempo
y grito espacio:
¡carajo!
y doy con mi falo roto,
con mi falo hoz
sobre los buenos modales de ustedes
(y me asqueo en la madre loca
del Viernes Santo,
del Sábado de Gloria, del
Domingo de Nada).
Desprecio a los idiotas,
a los cretinos que creen en la intertextualidad
de los que plagian los textos.
Y odio a los que plagian, los desprecio, los escupo
(porque poseo sus nombres propios
en las gavetas del alma),
odio a los apolíticos,
desprecio a los cobardes,
a los estreñidos del amor,
a los pobres d'espíritu
de las páginas blancas mallarmeanas,
a los antiCristos del amor y del odio,
a los nihilistas de la nada,
a los trepadores, a los canallas
y a los buscaoficios y
a toda esa basura llamada
postmoderna.
El silencio es la muerte de las rosas.
(la envidia o la ternura).
El silencio es
una mercancía barata,
mediocre, apolillada.
El silencio hiede a tapón olvidado
en la vulva de una loca
(a caracoles amontonados en una caja,
a suicidio en un apartamento neoyorquino).
Sufro, creo que estoy sufriendo
los huesos de Dios en mi propia carne,
el desempleo de Dios en mi propio desempleo,
el part-time de Dios
en la muerte de Yván y
en la rodilla rota de Apolo.
El habla es la mierda de los hombres:
oscura sombra de muerte en las paredes.
Lo que prometen es todo mierda:
oscuro sueño de Dios
ahorcado en las paredes.
Esto no justifica tu silencio,
porque l'escritura es un sueño de verano,
l'escritura son Las señoritas de Avigñon
(o esa leve soledad del ser entre las piernas).
El silencio es el rostro del que liga
la muerte del poeta entre los versos.
Sufro y no sé
por qué no me suicido todavía.
Por eso hablo de pie,
ancianamente,
como un Maestro zen delante de los hombres
que odia la derecha,
que desprecia a los centristas,
que se avergüenza de la izquierda.
Hablo, así, para que me oigan los hombres:
¡estoy enamorado de Dios!
¡Estoy enamorado del ser!
¡Estoy apasionado por la muerte!
El silencio es la basura de los filósofos.
El silencio n'otorga poder.
Ni otorga paz, ni dicha, ni prestigio.
El silencio es una cueva saqueada.
¿Qué es el silencio?--di,
aúlla la multitud en la sala de los nichos.
No hables,
no grites,
no patalees,
porque tu excreta
no me deja oír el silencio de las rosas.
El silencio es triste como los niños
que galopan por el cielo.
El silencio es la idolatría
de Nabucodonosor
comiendo espejos de yerbas en las reses,
comiendo excretas de reses en las yerbas.
El silencio es tu deuda conmigo,
pero no te cobro Gog
ni el día de tu muerte,
ni la muerte de tu copa,
ni el caballo de Troya rucio
que anduvo a paso fino por mi alma.
Pero la palabra, mierda o no, desidolatra.
El silencio tanatográfico de amor es lila.
El silencio fosa
y el silencio filo de la fosa, llama
sombra de navaja, llama al pensamiento
en los nichos de las heces
y nadie responde, nadie acude.
El silencio no es parte del lenguaje,
es su enemigo, su caída, su enema.
El silencio es el ruido
en donde el viento canta entre las ramas.
El silencio es el ruido de la lluvia y
es el ruido de la luna negra.
El silencio australopitea,
y electrochoca a las sombras blancas:
Zaratustra aúllando monjes,
marroquísta de lunas negras,
nervaloquia de locos nuevos,
pecesloquias d'anzuelos lilas,
mundoloquios barriendo playas,
madrelocas barriendo fetos,
muerteloquia barriendo arenas,
(pobre de ti, poeta,
que no pudiste alcanzar
la caída d'Altasolo),
porque
diosesloquio está barriendo copas,
esquinaslocas cegando ahorcados,
pezoneslilas soñando mares,
arenaslocas barriendo soles,
lunaslocas barriendo eclipses
aristholoquia de rosas blancas
soñando-pluvias,
soñando lluvias
soñando lilas de tardes blancas
como esas niñas frenéticas
que s'enamoran de falos verdes
y s'enamoran de lunas negras.
El silencio no huele a fin de fiesta,
porque son los hijos lilas
de los lobos que te observan
los que te han llenado de baba la tristeza.
No hay salvación.
Creo que sufro.
No hay salvación.
El silencio te ofrece
otro silencio más agudo
que no podrás oír
en el lago que yace sobre'l trueno.
El silencio es lo delicado
del que sueña en el infierno. Es el
exilio del que regresa a la casa
sabiendo que no hay a dónde ir.
Es la nave del que se ahogó
(monte sobre lluvia)
en el lago de su alma.
Es la flauta de la nymphamusa
que jamás oirás en la belleza
de tu crimen.
El silencio es el poeta picado, herido,
roto de morir,
desierta noche.
El silencio soy yo que t'escribo
como si me hubieran disparado a la cabeza.
*****
24 d'enero del 2002
Nueva York
>Mi nombre como seudónimo (Yván, Iván, Navi, Silén, Silenus, el faxista de Dios, Ivanoskar, Rakso, Dies, Resto Solo--el pintor, el cuentista, el antiphilósopho, el político, el Antinihilista, el novelista, el crítico, etc.--): ¿quién soy? Un abrazo, Yván Silén
Nací en Puerto Rico en 1944. He publicado los siguientes libros de poesía:
Los poemas de Filí-Melé (1976, 1981), El miedo del Pantócrata (1981)., La
poesía como libertá (1992--Premio del Pen Club puertorriqueño de 1993--) y
Casandra & Yocasta (2001).
También he publicado las siguientes novelas de lo Cristo: La biografía
(1984), La casa de Ulimar (1988), Las muñecas de la calle de Cristo (1989) y
mi libro de cuentos titulado Los narcisos negros (1997).
Como ensayista he publicado los siguientes textos: Nietzsche o la dama de las
ratas (1984), La rebelión (1995), y Los ciudadanos de la Morgue (1997).
También he publicado una antologías de poesía junto a Alfredo Matilla
titulada Los poetas puertorriqueños--The Puerto Rican Poets-- (1972) y otra
antología titulada Los paraguas amarillos: los poetas latinos en Nueva York
(1983).
Actualmente estoy trabajando en un cuento largo que se llamará "La muerte de
mamá"; en un libro de poesía neomística que se titulará Tu té de mirra y en
un libro de filosofía que se llama "El sueño de la filosofía".
de Yván Silén
a 26 de Febrero de 02